El  29 de junio de 1943, en plena Guerra Mundial, Pío XII publicó la encíclica Mystici Corporis, dedicada al Cuerpo Místico y a las dos capacidades del mismo: la competencia de perdonar los pecados y la competencia de consagrar, que constituyen los dos grandes poderes de la Iglesia. Conviene recordarlo hoy, festividad del Corpus.

En plena II GM… lo que me recuerda las críticas recibidas en Hispanidad durante el coronavirus, incluso de algún lector ‘piadoso’, en pleno ataque virulento, nunca mejor dicho, del coronavirus dijimos que “la mejor vacuna contra el virus es la Eucaristía”… en aquel momento suspendidas por los obispos españoles. No era el momento de hablar de Eucaristía, en plena pandemia, eso era llevar las cosas demasiado lejos. Y así llegamos al Corpus Christi, que debió celebrarse en jueves pero que ha sido traspasado al domingo… porque no se trata de enfrentarse a la sociedad civil y, mucho menos al Gobierno, eso es llevar las cosas demasiado lejos. Y nos quedamos con coronavirus y sin comunión.

Me imagino que a Pío XII le dirían algo parecido: mientras los nazis pululan por Roma usted se dedica a hablar del Cuerpo Místico y de la Eucaristía: Santidad, no es el momento, en plena guerra... en plena pandemia.

Pues bien, algunos pensamos que el Corpus constituye el mejor momento, el preciso momento, porque en España estamos viviendo un agudo incremento de las profanaciones eucarísticas y de los sacrilegios. Evitar las profanaciones y fomentar la adoración a la Eucaristía, el núcleo del Cuerpo Místico, constituye la batalla de nuestro tiempo. Lo sucedido en la iglesia de San Marcos (León), días atrás, es un buen ejemplo de ello.

Existe un peligro cierto y no lejano de que nos quedemos sin Eucaristía en España: ¿con la colaboración de obispos, sacerdotes y fieles o con su oposición martirial?

Naturalmente, casi nadie se ha hecho eco de ello. Y aquí es donde entra el libro titulado Reinado Eucarístico, de la madrileña Margarita de Llano que, como repito siempre a título de prólogo-salvoconducto, ‘sufre’ unas revelaciones sobrenaturales en las que sí creo, y eso que ni creo ni confío en otras presuntas revelaciones presuntamente sobrenaturales a otros profetas y hasta ‘profetos’.

Cinco años atrás, Marga recibía la siguiente revelación: “Situarán a España en una especie de indefensión frente a las hordas profanadoras y profanarán los Templos. Las autoridades civiles dejarán los templos en manos de sus saqueadores. La Iglesia, acomplejada, se dejará saquear ‘porque es para los pobres’. Pero robarán el Tesoro, el máximo Tesoro. ¿Cuál es el máximo Tesoro que se encuentra albergado en los templos? La Eucaristía”.

Y a todo esto: ¿cómo luchar contra la profanación? Con reparación, con adoración… y con coraje. O sea, con amor, que es cosa recia, no apta para pusilánimes ni para blanditos. No es casualidad que la adoración eucarística permanente, sin liturgia alguna, frente al Santísimo se haya convertido en la devoción del siglo XXI.

Volvamos al coronavirus. Lo que ocurrió el desgraciadísimo sábado 14 de marzo, fue que los obispos españoles prohibieron la Eucaristía… y con ella la confesión, que merece comentario aparte, todo ello con la excusa del Covid-19. Y ahora estamos en un momento en el que existe un peligro cierto, quizás no lejano en el tiempo, a lo peor inminente, de que nos quedemos sin Eucaristía en España Y la pregunta es: ¿con la colaboración de obispos, sacerdotes y fieles o con su oposición martirial?

La batalla eucarística ha comenzado. Es la batalla de nuestros días y de nuestras vidas

Sí: la vacuna contra el coronavirus, y la forma de cambiar, el mundo es la Eucaristía. Un Corpus Christi trascendental este de 2020. 

La batalla eucarística ha comenzado. Y esta es la batalla de nuestros días y de nuestras vidas.