Viernes 5 de junio, Iglesia museo de San Marcos, en León. Se celebra la Eucaristía diaria en el complejo artístico regido ahora por Paradores de Turismo, que ha mantenido la joya de la iglesia… quizás porque es imposible separarla de la edificación.

Ya avanzada la ceremonia un hombre entra por el pasillo central y se coloca en las primera filas. A la hora de la comunión se acerca, toma la forma consagrada y se la mete en el bolsillo. El oficiante, atento a la jugada (¡Menos mal!) sale detrás de él con el copón en la mano y le advierte que tiene que consumirla. El hombre se le encara -el satanismo está muy crecido- y le dice que no, que él es católico y quiere comulgar a solas. El incidente crece en dimensión y otros feligreses le rodean y le instan a que obedezca al sacerdote. Y como la caridad cristiana siempre es aprovechada para la insolencia de todos los cobardes, el miserable rompe la forma y le devuelve la mitad. Y cuando ya ve que la caridad de quienes le rodean no resulta radicalmente incompatible con el uso de la violencia, devuelve el conjunto de la forma consagrada.

No hay otra defensa de la Eucaristía que a golpes, porque la justicia no persigue a quien roba un trozo de pan y porque adorar a Satanás no es delito

Parecía que las cosas volvían a su cauce, pero terminado lo que los horteras llaman el ‘servicio religioso’ el personaje sigue ahí y exige hablar con el sacerdote. Se le dice que espere y en un tono aún más bravucón lanza una perorata sobre el Concilio Vaticano II, su muy católica condición, en la que se sustenta su derecho al acceso a la Eucaristía y otras solemnes pavadas… pero que muestran y demuestran que el personaje no es un loco, o al menos es un loco muy consciente de lo que está haciendo.

Los satánicos tienen obsesión con la Eucaristía y no es casualidad que el satanismo esté creciendo en España, al mismo tiempo que los ataques a la Eucaristía.

Aquí se da una lamentable paradoja. Naturalmente, todo el Estado de derecho actual no permite la menor defensa jurídica de la Eucaristía en estos tiempos de cristofobia rabiosa… que no es delito pero sí pecado de odio. Para los jueces la forma consagrada es un trozo de pan, y robar un trozo de pan ácimo no es considerado ni falta ni, mucho menos, delito. Además, ¿no la reparten gratuitamente los curas? Ya saben: confunde el necio valor y precio.

Al mismo tiempo, la Constitución permite adorar a Satán o a cualquier otra cosa. Oficialmente son unos cuantos chiflados que no incumplen las constitución ni las leyes: se puede adorar a quien te de la gana. Lo que nos lleva a una conclusión tremenda: la única defensa de la Eucaristía es la fuerza bruta. No es lo deseable pero llegado el momento no cabe otra opción. Se lo explicaré de otra forma: ni la democracia ni el derecho pueden defender al Dios encarnado y anonadado en un trozo de pan. Tenemos que hacerlo nosotros y, si es necesario, jugándonos la vida y arriesgándonos -curiosa paradoja- a ser detenidos al hacerlo por agresión al prójimo, que eso sí que está penadísimo… sobre todo si el agresor -o simple defensor- es un católico y el ladrón un cristófobo. Pensar de otra forma es engañarse.

No se entiende que los obispos españoles no hayan decretado ya la vuelta al precepto dominical

Pero hay algo más. Cada vez son más los católicos que, con coronavirus o sin él, apremian a la jerarquía eclesiástica a que se vuelva a la comunión en la boca. Casi toda las profanaciones satánicas tiene su origen en la comunión en la comunión en la mano. Acuérdense del caso del ‘artista’ navarro que robó un par de centenares de formas consagradas, con el simple método de ir a comulgar en la mano e introduciéndose las formas en el bolsillo, segundos más tarde. Es decir, no consumiendo la forma, como es preceptivo pero no se cumple, delante del sacerdote… o lo sucedido este pasado viernes en León.

En cualquier caso, la falta de respeto a la Eucaristía dentro de la propia Iglesia, por parte de no pocos eclesiásticos recuerdan aquello de que los males de la Iglesia están dentro y arriba. No sé si arriba pero desde luego, sí dentro. No todos los sacerdotes actúan como el de San Marcos.

Y en cualquier caso, que todavía los obispos españoles no hayan revocado la anulación del precepto dominical… pues qué quieren que les diga, no lo entiendo. Y me temo que otros muchos, sacerdotes y laicos, tampoco lo entienden.