- Mientras tanto, la reina de la tautología se atiene al guión: la agenda de Pedro Sánchez es "radical".
- Cierto. La del PP es simplemente posibilista.
- Soraya se rodea de sus 'chicas': Báñez y Tejerina. Hay que dar sensación de movimiento.
- Báñez y su reforma laboral son como el PP: buena pero pusilánime.
- La titular de Agricultura es una buena ministra, pero no esperen de ella una enmienda a la totalidad.
- La diferencia entre Soraya e Irene Villa: ésta si juzga la patética caravana de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
Consejo de Ministros del viernes 8 de enero. Si sufren de insomnio pueden leer
la referencia del Consejo, otros cuentan ovejas.
Como un Gobierno en funciones tiene pocas funciones que ejercer -obsérvese lo silenciosos que están los ministros de Rajoy- doña
Soraya Sáenz de Santamaría (
en la imagen) se ha hecho acompañar por las ministras de Trabajo
Fátima Báñez, y de Agricultura,
Isabel García Tejerina. Es decir, lo que Soraya, capitana del feminismo gubernamental, oh sí, califica como "mis chicas". Sus chicas son todas las ministras del Gabinete, naturalmente, aunque
no dudo que Ana Pastor acepte esa subordinación. Ambas se odian con exquisita elegancia.
Báñez no, y ha sido una buena ministra de Empleo. El viernes defendía su reforma laboral: en la zona euro uno de cada tres europeos que abandona el desempleo es español. Sí, ministra, pero es que venimos del 26% de desempleo, ¿comprende usted?
Báñez defiende también su gestión, pieza a pieza, pero mal en su conjunto.
El empleo crece por igual en todas las zonas de España, en todas las edades, entre españoles e inmigrantes y en todos los sectores económicos. Lo malo es que no crece lo suficiente.
Es más: para contrarrestar la crítica habitual sobre la creación de empleo temporal y no fijo, Báñez se compara con 2011,
última etapa de Zapatero donde no se creaba ni empleo fijo ni de ningún tipo.
Muy cierto pero, mire usted, no nos engañemos: el PP ha optado por salir de una situación trágica de desempleo pasito a pasito, que es algo así como administrarle compresas de agua caliente a quien sufre un linfoma.
Traducido:
la reforma laboral de Fátima Báñez es buena y camina por la buena senda. Sólo que camina muy poquito, demasiado lenta, demasiado exasperante. Como el PP. La Reforma Laboral de Báñez debería haber sido:
despido libre, impuestos laborales mínimos (cuotas por IVA) y
salarios dignos (empezando por el SMI). Es decir, el sistema anglosajón sobre todo inglés, es decir, el
paro técnico.
De
García Tejerina puede decirse algo similar: es una buena ministra, pero no esperen de ella una enmienda a la totalidad. Negociará bien, con profesionalidad y preparación sobradas, las subvenciones agrícolas, pero jamás se planteará que España se convierta en punta de lanza para modificar una
Política Agraria Común (PAC), que supone un verdadero fardo para la Unión Europea. Nunca dará un puñetazo encima de la mesa.
En el turno de preguntas surge la Soraya escondida,
desaparecía desde la campaña electoral, en la que apenas participó, porque el problema de la vicepresidenta para subir el anhelado escalón es ese: nadie la quiere en su partido y
Rajoy tampoco.
Pero no por ello cesa en su empeño de derrocar a su jefe inmediato y convertirse en la
primera mujer presidenta del Gobierno de España.
La reina de la tautología le recordó a Pedro Sánchez que su agenda es radical. Muy cierto. Y peligrosa, porque se trata de una agenda guerra civilista. A fin de cuentas, lo que quiere Sánchez es un Frente Popular, como el de la
II República, como el que provocó la contienda fratricida, aún a costa de convertirse en compañero de cama de comunistas, bolivarianos,
separatistas, antisistema y majaderos de distinto signo.
Eso es cierto. Ahora bien,
si la agenda de Sánchez es radical la del PP es posibilista, ramplona, acobardada. Tanto es así que ni tan siquiera se atreve a calificar a Sánchez como debiera y se conforma con los de radical, no le vayan a acusar a ella de extremista. Ella, siempre institucional. O sea, inane. Pues oiga, doña Soraya: nada hay más radical que la verdad.
¿
Lo tiene fácil Soraya para llegar a la Presidencia? No, porque tampoco lo tiene Rajoy. Ella y su jefe de Gabinete, rasputina
María Pico, insisten en su idea de pactar con
Albert Rivera, quien exigirá una renovación del PP, y Rajoy a casa.
Ahora bien, eso choca con dos problemas:
1.- Rajoy no se quiere ir a casa.
2.- Rivera se está desinflando.
Incluso hay quien ha pensado -por ejemplo, la precitada Pico- en una
alianza preelectoral de PP con Ciudadanos, en las Generales a repetir -con eso cuenta en marzo-. Ya saben, PP y Ciudadanos por separado suman
153 diputados. Juntos, al mejor alcanzan los 140. Es una chica muy capaz, esta Pico.
Por cierto,
la rueda de prensa del Consejo dio también para que se le pidiera a Soraya que juzgara la
horterada de Cabalgata de Reyes Magos que montara la alcaldesa de Madrid,
Manuela Carmena. Oiga, que no entro en ello: tendría que juzgar sobre un tema serio. Eso sí, se rió porque le preguntaran por ello en una rueda de prensa tan seria, tan institucional, tan enorme… como la del
Consejo de Ministros. Estos periodistas…
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com