- Del aborto no quiere ni oír hablar pero no deja de repetir lo de la lacra de la violencia de género. Se ve que lo siente.
- La legislatura del diálogo. Mariano lo tiene claro: cesiones en la ética, rigidez en la economía.
- El presidente del Gobierno es un político de derechas que hace una política estatista: nunca reducir gastos, siempre aumentar ingresos.
- Y ojo al apunte: una reforma constitucional no arreglaría el problema catalán.
- Presume Rajoy de política migratoria. Sí, es buena en calidad, pero muy rácana en cantidad.
Consejo de Ministros del 30 de diciembre y
balance de fin de año. Como es tradición, el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy (
en la imagen), ha comparecido ante los medios informativos tras el último
Consejo de Ministros del año. Y como es tradicional, Rajoy Brey ha dicho poco y ha respondido menos. Es más, ha comenzado amenazando con una
larga perorata que se ha quedado en 25 minutos. A las preguntas que insistían sobre su exposición inicial ha respondido con mucho entusiasmo y a las preguntas interesantes, es decir, molestas no ha respondido a ninguna. Y
a los periodistas especialmente molestos, simplemente
les ha censurado.
Asegura el presidente que hay incertidumbre en el mundo, lo cual revela su profundo amor por la obviedad. Eso sí,
se ha extendido sobre el populismo, ha aportado algo que no se suele escuchar en Europa:
definió al populismo (la palabra de moda, dicen los expertos) como un mezcla de nacionalismo, xenofobia (hasta aquí todo claro) y comunismo. Este último elemento es una referencia a
Podemos y al bolivarianismo, pero resulta bello e instructivo: significa que, por una sola vez, hasta Rajoy puede aceptar.
Balance 2016: casualmente, glorioso. Aunque estuvo a punto de pasar a la historia como el presidente del Gobierno de una legislatura, y
a punto de tirar la toalla.
Luego viene el listado de éxitos. Pero todo se puede explicar en pocas palabras: la economía española va bien pero
empieza a presentar síntomas de fatiga. Y, encima, la economía va bien… gracias a los
bajos salarios.
2016: en términos anuales
se han creado 478.000 nuevos empleos. España cuenta ya con 18,5 millones de ocupados.
Desciende el desempleo en 2016: 530.000 personas desempleadas menos.
El paro bajó de los 4 millones, y estamos en el 19%. Lo cierto es
que sigue siendo una tasa altísima. Y el PIB en el 3,2%,
casi el doble que la media de la eurozona.
Presume de exportaciones que, en efecto, es importante, pero ahí desciende hasta el producto.
Cinco años de saldo positivo con el exterior.
Se fracasó en el
déficit público, asegura Rajoy pero estamos en ello. Su solución:
seguir con la demagogia de no reducir el gasto y sangrar a los ciudadanos a costa de subir impuestos.
Y
como hay que hacer de la necesidad virtud y no tiene mayoría absoluta, diálogo, mucho diálogo: lo que significa:
ceder en todas las cuestiones morales y mantenerse rígido en la cuentas públicas que no en las economías familiares. Es decir, que Rajoy es un conservador que hace una
política económica estatista: el Estado es cada vez más grande y la única empresa que me gusta es la que es muy grande.
A la postre,
Rajoy ha adoptado el lema del progresismo: "Abajo los curas y arriba las faldas". Y a partir de ahí ya podemos preocuparnos de lo importante: de la pasta.
Por ejemplo,
del aborto no quiere ni hablar pero no deja de repetir lo de la lacra de la
violencia de género. Se nos ha vuelto feminista.
Más méritos marianistas:
las nuevas pensiones alcanzan los 1.500 euros, que es el
93% del salario medio. Conclusión: las pensiones son altas. Conclusión segunda: los salarios son bajos. En España,
los trabajadores están peor tratados que los pensionistas. La culpa: las
cuotas salariales con las que se pagan las pensiones: son altísimas.
Sobre Cataluña, el presidente nos sorprende a todos: habla claro. No acepta romper la unidad de España. Si hubiera dicho eso hace cuatro años
todo habría evolucionado mejor.
E incuso dice algo más: una reforma constitucional no va a arreglar el problema catalán.
¿Estamos seguros ante el
yihadismo? Asegura Rajoy que nuestros servicios de información son muy competentes. Es peligroso que diga eso el presidente de un país que sufrió el
peor atentado terrorista de toda Europa en 2004.
Y otro farde: la política de inmigración española es la que ahora se quiere poner en marcha en Europa. Probablemente. Consiste en ayudar en origen, en controlar quién entra y en exigir respeto al que entra. Todo eso es cierto:
es la mejor política. Pero a veces lo urgente debe primar sobre lo importante. Y España es muy rácana en cantidad.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com