- "Estamos acostumbrados al comportamiento de esta multinacional que no respeta las sentencias", señala Francisco José López a Hispanidad.
- El secretario de Política Sindical y Negociación Colectiva de CCOO Madrid explica que el TS "ha ratificado la sentencia de la Audiencia Nacional en todos sus términos".
- Eso significa que los trabajadores de Coca-Cola Iberian Partners "no están despedidos", deben retornar a sus puestos y se debe reabrir la planta de Fuenlabrada.
- Pero no se ilusionen demasiado: el embotellador sólo afirma que estudiará "en detalle" cómo ejecutar el fallo sin alterar sus planes de futuro. Parece que poco o nada va a cambiar.
El culebrón del
ERE con beneficios llevado a cabo por el embotellador español del famoso refresco,
Coca-Cola Iberian Partners (CCIP), ha tenido este miércoles un nuevo episodio, pues el
Tribunal Supremo (TS) también lo ha declarado
nulo, como ya hiciera la
Audiencia Nacional (AN) el pasado 13 de junio.
Esta decisión judicial ha sido acogida con satisfacción por los sindicatos, pero no se extrañarían de que la empresa la incumpliera, tal y como ha sucedido con las tres sentencias emitidas hasta la fecha por la AN. "Estamos acostumbrados al comportamiento de esta
multinacional que no respeta las sentencias", ha señalado
Francisco José López a
Hispanidad.
El secretario de Política Sindical y Negociación Colectiva de
CCOO Madrid nos ha explicado que, con el fallo de este miércoles, el TS "ha ratificado la sentencia de la Audiencia Nacional en todos sus términos". Eso significa que los trabajadores de CCIP "no están despedidos", deben retornar a sus puestos y por lo tanto, se debe reabrir la
planta de Fuenlabrada.
Recuerden que el ERE incluía el cierre no sólo de la planta madrileña, sino también de otros tres centros, situados en Colloto (Asturias), Palma de Mallorca y Alicante. López ha comentado que estos se encuentran "cerrados de facto" y no ve posible su reapertura, pues la mayor parte de sus trabajadores fueron recolocados en otros centros o bien se acogieron a las bajas voluntarias ofrecidas por CCIP.
Sin embargo, el caso de la fábrica de Fuenlabrada son palabras mayores. Como ya contó Hispanidad, su cierre se debió meramente a una
cuestión política, ya que
no había razones económicas ni organizativasque justificaran la deslocalización de la producción de Madrid. Es más, era la
segunda más productiva de la 'marca de la felicidad' en Europa, después de la de Lyon (Francia). Tampoco estaba desfasada, pues hace dos años tuvo una
inversión tecnológica de 20 millones de euros, y era la que siempre se ponía de ejemplo cuando los directivos de Atlanta (EEUU) venían a Europa.
Conviene recordar que en los 15 meses que llevamos de este conflicto, CCIP ha intentado llevar a cabo
su desmantelamiento, dentro de su estrategia de
buscar cualquier resquicio legal para salirse con la suya. Aunque los empleados que custodian este centro lo han intentado evitar, pues unos 236 esperan ser readmitidos en su antiguo puesto de trabajo.
A pesar del fallo del Supremo, no hay que ilusionarse demasiado, pues el embotellador que preside
Sol Daurella sólo ha afirmado que estudiará "en detalle" cómo ejecutar el fallo
sin alterar sus planes de futuro. Al hilo de esto, hay que mencionar la carta que ha enviado el director general de CCIP,
Víctor Rufart, a los empleados y en la que les comenta que no van cambiar de rumbo. Por ello, parece que poco o nada va a cambiar respecto a la situación actual, tristemente.
En el caso de que CCIP incumpla de nuevo una sentencia (en esta ocasión la del Supremo), López ha comentado que los sindicatos recurrirán por la vía judicial y por todas las vías posibles. Mientras, en caso de que por fin el embotellador agache la cabeza y corrija su gran error -algo que parece utópico-, los trabajadores se comprometen a retirar su
boicot a Coca-Cola.
Paralelamente, hay que mencionar que la 'marca de la felicidad' para defender su
monopolio, sus despidos y su filantropía, puso en marcha hace un mes
la mayor campaña de marketing de su historia en España. En relación, a la publicidad Coca-Cola
no ha tenido en estos 15 meses de conflicto mucho tino, además en
su penúltima horterada llevó como lema "La felicidad tiene un color" y en la última han manifestado su deseo de
que los niños sean educados por los gays.
Cristina Martín
cristina@hispanidad.com