Educación. El cardenal Cañizares entra en la batalla por la liberta educativa: anima a los padres a unirse a asociaciones para responder a Ley Celaá
El pasado jueves 10 de septiembre, el Congreso votó seguir adelante con la ley de Eutanasia, tras rechazar las enmiendas a la totalidad presentadas por PP y Vox, que proponían promover y potenciar los cuidados paliativos como alternativa.
Y es que el Gobierno de PSOE y Podemos tiene prisa en legalizar la eutanasia. Así lo reconoció la diputada socialista y exministra María Luisa Carcedo, que declaró pretenden “acelerar todo lo que se pueda para que la ley de eutanasia vea la luz cuanto antes”.
Pues bien: el cardenal español y arzobispo de Valencia Antonio Cañizares ha escrito una contundente carta dirigida a los políticos españoles que promueven la ley de la Eutanasia que no tiene desperdicio y que reproducimos íntegramente por su interés:
“Gran despliegue mediático ayer y hoy por lo que se califica la gran ‘derrota histórica’ del Gobierno ante el tema en el que están en juego los dineros de los Ayuntamientos. Pero infinitamente mayor e histórica, humillante, fue ayer la derrota de España entera, de la sociedad española, de las gentes que aquí habitamos, derrota también de la humanidad, del hombre mismo, por la aprobación a trámite de la ley de eutanasia, suicidio asistido, y por el rechazo de otras propuestas sobre cuidados paliativos que mejoraban la actual legislación.
¿Con qué autoridad moral pueden dirigirse a ese pueblo y pedirnos lo que se nos pide? ¿No se ven como un signo de contradicción?
Señor Presidente del Gobierno, miembros del Gobierno, ministros, parlamentarios que aprobaron semejante injusticia, por lo demás, monstruosa, ¿están ustedes locos, han perdido la cabeza o su moral es no tenerla? Dense cuenta que ustedes como Gobierno o como Parlamentarios están para defender, proteger, tutelar el bien común, basado en derechos y deberes fundamentales de la sociedad a la que representan, -el primero es el de la vida-, y resulta que se han convertido en enemigos, que se oponen a la sociedad, dispuestos a derrotar esa sociedad a la que representan y deben proteger, al propugnar semejante propuesta de Ley, que difunde y agranda una cultura de muerte, además, en medio de la Pandemia del Covid-19. ¿Qué credibilidad pueden mantener ante dicha Pandemia? ¿Con qué autoridad moral pueden dirigirse a ese pueblo y pedirnos lo que se nos pide? ¿No se ven como un signo de contradicción?
Todavía están a tiempo de rectificar, como tantas veces se rectifica en la gestión de Gobierno o en tareas y responsabilidades parlamentarias. No es inmiscuirme en política, pero mi responsabilidad como Obispo y como ciudadano no me permite callar. Y así debo denunciar ante la opinión pública este comportamiento, como también a medios de comunicación que tanta importancia le han dado al "asunto de los alcaldes", y tan poco relieve, sin embargo, le han dado al de la eutanasia que constituye no una derrota histórica de un Gobierno, sino una derrota de todo un Estado, y que es un problema infinitamente mayor y grave, aunque ustedes no lo vean así, y les respeto. Con legislaciones como esa no se edifica una verdadera fraternidad de auténticos hermanos de una nueva civilización de amor que construye la paz y es capaz de hacer frente a la pandemia”.
Asimismo, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española (CEE) envió una nota en la que recuerdan que “no hay enfermos “incuidables”, aunque sean incurables” y reclamaban una ley de cuidados paliativos.
En la nota, los obispos españoles argumentan que la tramitación parlamentaria de la eutanasia "es una mala noticia, pues la vida humana no es un bien a disposición de nadie". "Insistir en 'el derecho eutanasia' es propio de una visión individualista y reduccionista del ser humano y de una libertad desvinculada de la responsabilidad. Se afirma una radical autonomía individual y, al mismo tiempo, se reclama una intervención 'compasiva' de la sociedad a través de la medicina, originándose una incoherencia antropológica. Por un lado, se niega la dimensión social del ser humano, “diciendo mi vida es mía y sólo mía y me la puedo quitar” y, por otro lado, se pide que sea otro –la sociedad organizada– quien legitime la decisión o la sustituya y elimine el sufrimiento o el sinsentido, eliminando la vida", argumentan.
Por su parte, el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, refutó los argumentos utilizados para su legalización y expuso los principios de la Revelación sobre la vida del hombre como criatura: "La eutanasia no es un derecho".