De izquierda de derecha: Arturo Gonzalo Aizpiri, Tomás García Blanco, Miguel Klingenberg y Antonio Lorenzo Sierra
La petrolera Repsol anunciaba el pasado jueves un cambio en su equipo directivo, aprovechando los resultados de la compañía que es la mejor manera de esconder un elefante en la Quinta Avenida: llenando la Quinta Avenida de Elefantes. Pero la maniobra no ha podido pasar tan desapercibida.
Todos los cambios en la cúpula de Repsol han tenido el mismo detonante: Miguel Martínez, director financiero, quería marcharse. Según él, tenía peor ADN que el presidente, Antonio Brufau, así que ha cedido el cargo de CFO a Antonio Lorenzo, hasta ahora responsable de Estrategia y uno de los directivos más queridos en la cúpula de la petrolera.
Primera medida de alcance, Antonio Lorenzo, uno de los directivos más queridos en el Corporativo, se convierte en el nuevo CFO
La salida de Martínez ha sido aprovechada por el binomio de Antonio Brufau y Josu Jon Imaz para reorganizar el Comité de Dirección (también conocido como Comité Ejecutivo) corazón de gestión de la compañía que se reúne todos los lunes. Primera medida de alcance, Antonio Lorenzo, uno de los directivos más queridos en el Corporativo, se convierte en el nuevo CFO.
Más cambios. Otra cuestión importante, el responsable de Servicios Jurídicos. Miguel Klingerberg ya estaba en el Comité de Dirección, por ahora con categoría de director general. Es decir, que seguirá manteniéndose en Repsol el divorcio interno entre el secretario del Consejo, Luis Suárez de Lezo, y el responsable jurídico de la compañía, ahora, además, con categoría de director general.
Cambio en exploración (upstream) donde el veterano Luis Cabra deja su puesto a la estrella emergente Tomás García Blanco, el descubridor de Vaca Muerta, el encargado de afrontar el mayor reto de Talismán (Mar del Norte, etc). Pero Cabra no se jubila. Fruto de la confianza que en él deposita Josu Jon Imaz y Brufau se crea una nueva dirección general (ya era director general) en digitalización.
Apenas hay cambios en el Comité de Dirección, pero se nota que en Repsol gestiona Imaz y manda Brufau
Respecto al cambio más político: Arturo González Aizpiri llevaba Recursos Humanos y los seguiría llevando. Algún analista con lengua maliciosa (no muchos considerando que casi todos los analistas poseen una sola lengua) podría interpretar que la elevación de Aizpiri a la dirección general (la función sigue siendo la misma) está relacionada con el hecho de que fuera secretario general de la muy verde ministra de Medio Ambiente de ZP, hoy presidenta del PSOE, Cristina Narbona, al mismo tiempo que superior de la actual y aún más verde ministra socialista de Cambio Climático, Teresa Ribera.
Como la talibana Ribera le coloque alguna tasa impositiva a Repsol, a fin de cuentas una petrolera, al señor Aizpiri le puede caer un broncazo de no te menees. Al loro, doña Teresa.
En resumen, apenas hay cambios en el Comité de Dirección, pero se nota que en Repsol gestiona Imaz y manda Brufau. Y se nota, también, que el aire ecologista de la nueva Repsol es sólo eso, un aire. Brufau tiene muy claro que la energía primero debe ser eficiente y, en segundo lugar, ecológica. Por ejemplo, el hidrógeno líquido es una energía de lo más verde.