- Mariano se lanza a la campaña más frenética de su vida política: sale de Moncloa y empieza a recorrer España.
- Claro que Mariano y Soraya se hablan. Es más: ni una palabra más de lo necesario.
- Es cierto que Soraya ha intentado desbancar al presidente, pero ahora sabe que no lo conseguirá.
- Rajoy está dispuesto a ejercer de Faraón: enterrarse con todos sus servidores.
- Y no hay diferencias ideológicas entre Rajoy y su segunda: ambos son progres de derechas.
"
Paso de la risa mientras lo leo al llanto por quien lo escribe", asegura el secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes,
José Luis Ayllón, estrella emergente del sorayismo.
Se refería a esos lamentables plumíferos que aseguran que el presidente
Mariano Rajoy (
en la imagen) y la vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría, ni se hablan. Y Ayllón está preocupado. Así, cuando una periodista le preguntaba cuánto despachaban, Ayllón exhaló:
-Constantemente.
A partir de ahí se desparramó el sarcasmo y la mala uva. Los cagatintas, con vergonzoso entusiasmo, peleaban por atribuir a sus medios respectivos la autoría del "
no se hablan". Un espectáculo muy poco edificante.
En
Hispanidad hemos narrado, cuando nadie se atrevía a hablar de ello, las desavenencias entre un
Mariano Rajoy tirando a vago, al que no le gustan los problemas, sino observar
Teledeporte, su canal favorito, enfadarse con una
Soraya Sáenz de Santamaría ambiciosa, malmetedora con todos los ministros y filtradora de noticias comprometedoras sobre "el viejo PP", es decir, sobre el PP de Rajoy.
Pero, ojo al dato, una Soraya trabajadora, mucho, que dedica todas sus energías al trabajo por lo que a Mariano, de suyo perezoso, alguien como Soraya que vale lo mismo para un roto que para un descosido, le viene de muerte.
Varias veces ha querido Rajoy librarse de Soraya y otras tantas ha dado marcha atrás. Incluso cuando le insinuó que
debía irse a la Alcaldía de Madrid se encontró con una Soraya dispuesta a romper la baraja. Al final se queda con ella aunque sea a regañadientes. Es útil.
Pero también sabe que se enfrenta a una posible
debacle en las municipales y autonómicas de mayo.
Y que Ana Pastor y otros antisorayos, como Margallo, le han pedido que haga una crisis de gobierno para ganar las elecciones.
Además, Soraya se ha dado cuenta de que Rajoy no va a ceder la primacía. Si pierde las próximas
generales, y es consciente de que puede perderlas, se marchará. Es decir, que en el mejor de los casos le dejaría como líder de la oposición. Ni eso, porque en el PP no tragan a Soraya. Vamos, que
Rajoy quiere ser enterrado como los faraones, con todos su servidores.
Lo que sí está claro es que Rajoy ha salido de Moncloa. Ahora, por vez primera en toda la legislatura, hasta él es consciente de que puede perder las elecciones: no sólo las municipales y autonómicas, sino también las generales.
Ahora estamos ante el Rajoy mitinero, sin ganas de hablar de otra cosa que de Economía. Porque, eso sí, Soraya y Rajoy, en materia de principios, son dos gotas de agua: dos progres de derechas.
Claro que Mariano y Soraya se hablan. Es más: ni una palabra más de lo necesario.
Es cierto que Soraya ha intentado desbancar al presidente, pero ahora sabe que no lo conseguirá.
Y Rajoy está convencido de que puede perder. Ahora viven en la carretera.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com