Al secretario de Estado de Energía, José Domínguez Abascal, le pesa indefectiblemente su pasado en Abengoa, pero no parece óbice para proclamar, un día sí y otro también, las excelencias de las energías renovables, como hombre de confianza que es de la ministra Teresa Ribera. El martes 6, el mensaje de Abascal se ha centrado en el brillante futuro que espera al sector fotovoltaico y solar, que atraerá inversiones de entre 60.000 y 70.000 millones por su papel en los objetivos europeos a 2030.

Claro, ese escenario, prometedor, poco tiene que ver con la realidad actual, con datos de 2017, tanto en producción como por potencia instalada. En concreto, la fotovoltaica el 3% de la demanda y la potencia representa el 4,46% del conjunto. En el caso de la solar, el listón está más bajo aún: un 2,04%y 2,19 de potencia. Es decir, en los dos casos a mucha distancia de otras fuentes de energía, que lidera, entre las renovables, la eólica (18,2% y 21,95%, respectivamente).  

Abascal se ampara se ampara en la meta española, 35% de renovable en 2030, por encima del 32% de la UE

El escenario tampoco tiene nada que ver, naturalmente, con el paso de Abascal por Abengoa, aunque durante ocho años dirigió la estrategia de la andaluza, la empresa más ruinosa y costosa para el contribuyente, por mor, precisamente, de la energía termosolar. Los tiempos han cambiado.

Abascal se ampara ahora en las previsiones de futuro, con un 35% de renovable en España en 2030, por encima del 32% de la media europea. Así se incluirá, ha sido, el plan integrado de energía y clima, una de las urgencias de Ribera antes de que acabe el año.

En megavatios, esa meta supondrá la instalación de una potencia nueva renovable de 50.000 y 60.000 MW, pero “la mitad o más será energía solar”. Nada que ver con los datos de 2017, con 4.617 MW de la fotovoltaica y 2.299 de la solar. Oh, sorpresa, aunque no tendrá nada que ver, posiblemente, que las declaraciones de Abascal hayan tenido lugar en el V Foro Solar, organizado por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF).