La fe del español Antonio Gaudí le impulsó a construir la Sagrada Familia y, en otra escala, el amor que sentía por su hija llevó a un hombre humilde, Josep Ferdinand Cheval, a construir un palacio “de cuento”, con tan solo piedras recogidas de la naturaleza.

Inspirada en hechos reales, este drama galo nos lleva hasta Francia a finales del siglo XIX. Un cartero, apellidado Cheval, lleva andando el correo, todos los días, por las aldeas de la región de Drôme. Tras enviudar conoce a una mujer, Philomène, con la que tiene una única hija: Alice, y debido a que es un hombre inexpresivo, y de pocas palabras, para demostrarle su cariño a la pequeña se empeñará en construirle una extraordinaria obra de estilo naif, en la que empleará más de tres décadas.

Nils Tavernier, hijo del famoso director Bertrand Tavernier (Hoy empieza todo), se enamoró de este cartero silente y de su historia. Para ello tuvo que documentarse sobre la época y los personajes, e intentar entenderlos. Así Ferdinand era un tipo “raro”, al que no comprendían sus vecinos, que se encontraba pleno en la naturaleza y no en la sociedad. Como contrapeso, su esposa, mucho más sociable, era una mujer de su tiempo y le apoyaba  incondicionalmente aunque no compartía algunas ideas y le reprochaba su terquedad. El primero está interpretado por el actor Jacques Gamblin, mientras la segunda por Laetitia Casta, que con la madurez no solo ha mantenido intacta su belleza sino que se ha convertido en una gran actriz.  

De ritmo lento, tan pausado como el propio protagonista, los mayores problemas a los que se enfrentó el equipo técnico de la película fue filmar en un lugar clasificado como Monumento Histórico y reconstruir, paso por paso, el inicio de la construcción del Palacio. Para ello tuvieron que utilizar efectos especiales que, confiesa el cineasta, “ parecían rompecabezas chinos”.

Una historia de tesón y constancia pero, sobre todo, de amor.

Para: los que les gusten los relatos basados en hechos reales