El Colegio de Médicos ha pedido la dimisión de Fernando Simón de su puesto de coordinador de alertas sanitarias y máximo exponente, ‘científico’.

Salvador Illa, el hombre que siempre escucha a los que le interesan, ya les ha respondido que Simón es un gran servidor publico, y el aludido acudió a la tautología: los médicos están en su derecho a pedir que me vaya pero no me voy.

La razón de la Organización Médica Colegial para exigir su dimisión ha sido el último y glorioso comentario ligeramente ofensivo para los facultativos, a los que Simón reprendió para que no fueran gente contaminante.

La verdad es que a lo largo de siete meses de Covid, Simón ha sido capaz de ofender e injuriar a todos los colectivos de España.

El Colegio de médicos acierta en pedir la dimisión de Fernando Simón: falla en el porqué lo pide

Pero existen otras muchas razones de mucha más enjundia para solicitar la dimisión de Simón.

La primera que es un embustero compulsivo: sus interpretaciones siempre lo son a instancia de parte, del Gobierno, de quien ha sido su muro defensor. Gracias a él, en cualquier otro país, un presidente que ha conseguido más muertos por habitante del mundo, es decir, don Pedro Sánchez, hubiera dimitido. 

Pero no sólo hubo servilismo al Gobierno por parte de Simón e incapacidad para detener el virus: además, el médico sin doctorado no es un científico sino un estadístico. No es un virólogo, sino un epidemiólogo.

Sin embargo, de entrada repartió mantras en defensa de China, según él, unos buenos chicos, y contribuyó a la gran mentira de que Donald Trump o Jair Bolsonaro estaban matando a sus conciudadanos, cuando el número de muertos por habitante en España era muy superior al de Estados Unidos o Brasil.

La penúltima razón para exigir la dimisión de Simón: Madrid demuestra que cercenar la libertad y destruir la economía no mata al virus. Ese fue precisamente la tesis de este doctor sin doctorado, dispuesto en todo momento, a ‘normalizar’ científicamente, cualquier mentira del Gobierno. Por ejemplo, las mentiras que lanzaron la cacería y, en este caso concreto, la de la cacería de Isabel Díaz Ayuso.

Madrid demuestra que cercenar la libertad y destruir la economía no mata al virus

En cualquier caso, la lección a extraer de un personaje como Fernando Simón es la de que de Blas Pascal: la ciencia no tiene ni fe ni patria, en efecto, pero los científicos sí. Y los que se autodenominan científicos suelen ser los más sectarios. Así, todos trabajan para el Gobierno.