No hemos creado un Estado policial sino algo peor: hemos creado una policía vecinal, donde cada español vigila a los demás presos para imponer las normas que “salvan vidas”, y prestos a censurar -a ser posible a gritos- a los irresponsables, incívicos e insolidarios varios.

Ayer se me olvidó la mascarilla entre los 40 metros que van desde mi despacho al garaje y las miradas aviesas me persiguieron por todo el camino. Todo según el eslogan del Gobierno Sánchez: unidad, unidad, unidad.

El coronavirus ha resultado una portentosa estafa de los señores Sánchez e Iglesias al pueblo español. Al menos, que no nos dividan

Vamos a ver si nos metemos algunas cositas en la cabeza:

1.El riesgo cero no existe.

2.El coronavirus está cayendo en picado. Aforunadamente. Pero no ha sido el confinamiento de Sánchez el que le ha hecho caer, dado que no sabemos nada de él: ha sido nuestro propio organismo posiblemente ayudado por el calor reinante.

3.De hecho, el arresto domiciliario de Sánchez no ha sido un éxito, como asegura el Gobierno, sino un fracaso rotundo: somos el país de nuestro entorno con más contagiados y más fallecidos por habitante, más que otros países que no han reducido tanto las libertades. Hemos sufrido más muertos que Estados Unidos, que Francia, que Italia, que Reino Unido…

4.Todo ha sido un engaño del Gobierno para conseguir una población temerosa y sumisa y ha decretado un estado de alarma, que no puede prohibir derechos fundamentales, para prohibirlos y para legislar de forma ordinaria… lo que no hubieran podido hacer si hubieran decretado un estado de excepción.

5.Las prevenciones aumentan el miedo. Hay que prevenir, cierto, pero no neurotizarse, sobre todo cuando tenemos a un Gobierno que primero nos dice que las mascarillas no sirven y dos semanas después las impone de forma obligatoria.

6.La ciencia ha fracasado aunque le gradecemos sus servicios prestados. Porque no tenemos ni idea del coronavirus. Por tanto, los asesores científicos de Gobierno deberían ser un poco más humildes y no obligarnos a hacer el idiota una u otra vez, y una semana hacemos el idiota en una dirección y a la siguiente en la dirección opuesta.

En definitiva estamos ante una pavorosa estafa del gobierno socio-podemita, que nos ha tomado el pelo y que con su incompetencia ha producido dolor, muere y ruina económica.

Eso ya lo sabemos o deberíamos saberlo. Pero, por lo menos, no seamos tan profundamente gilipollas, de colaborar con el Gobierno y contra nuestro vecino.

¿Pero ustedes se han mirado en el espejo? ¿Nos hemos vuelto todos gilipollas? O gilipollos.