Ya lo avisaron a finales de febrero, cuando presentaron las cuentas de los primeros nueve meses de su ejercicio fiscal (abril de 2019 a marzo de 2020): el impacto del coronavirus se iba a notar ya en el cuarto trimestre. Hasta entonces, el negocio de esta empresa española iba razonablemente bien, con unos ingresos al alza (+8%) y, más importante aún, un beneficio de 29,4 millones de euros frente a las pérdidas de 9,4 millones de un año antes.

eDreams es española, con su sede operativa en Barcelona, pero con sede social en Luxemburgo, lo que implica eso mismo que están pensando: paga menos impuesto de sociedades.

Hasta ahora, porque, miren por dónde, la empresa ha anunciado este martes que cambia su sede social a España, “con el objetivo de lograr eficiencias organizativas y de costes”. En otras palabras, ya no pagará sociedades en ese paraíso fiscal llamado Luxemburgo… pero tampoco lo hará en España después de que la actividad turística se haya desplomado por el confinamiento de la población. Peor aún, lo más probable es que, a partir de ahora y hasta la recuperación económica, eDreams se beneficie de créditos fiscales de la Hacienda española que, como bien saben, somos todos los contribuyentes.

Junto al cambio de sede, la compañía ha anunciado un ERTE que afectará a un máximo de 985 empleados en España, que reducirán su jornada laboral un 40% y percibirán el 80% de su salario, mientras dure el estado de alarma.

Efectivamente, el ejemplo de eDreams pone de relieve la desunión europea, donde cada país hace lo que le viene en gana con el impuesto de sociedades y permite paraísos fiscales como Luxemburgo, donde no llega al 7% frente a más del 20% que se paga en otros lugares. ¿Homogeneizar el impuesto para que se pague lo mismo en toda la UE? Sería lo más justo, pero a los países del centro y del norte, siempre tan solidarios, no les interesa.

El egoísmo de Europa no augura nada bueno. Recuerden: se recoge lo que se siembra.