Ocurrió tras la Epifanía, la Fiesta de Reyes, en Valencia, pesadito Joan Ribó, hizo su cabalgata de las Reinas Magas, tres horteras disfrazadas de Melchora, Gaspara y Baltasara. No era republicanismo sino cristofobia, intento más de fastidiar a los católicos, que de eso se trata la cosa.

Ahora bien, en este caso, el inefable Ribó le daba al asunto un carácter republicano y feminista, sobre todo feminista, mienta sus mariachis enarbolaban los principios -seguramente feministas- de libertad, igualdad y fraternidad.

Decía Chesterton que sólo hay tres cosas que la mujer no entiende: libertad, igualdad y fraternidad. Pero no era una crítica ni un menosprecio hacia las mujeres. Jamás se hubiera permitido tal cosa un caballero como don Gilbert. Tampoco era paradoja, era elogio. Quería decir que la mujer es lo contrario de lo que los muy ilustrados revolucionarios franceses interpretaban en tales principios.

El alcalde Joan Ribó bate todos sus récord de mal gusto, cursilería… y anticlericalismo

La libertad entendida como la mera capacidad de elegir no le basta a la mujer: la mujer entiende la libertad para el bien… que es como deben entenderla los seres humanos. Y el bien es objetivo y objetivable.

Los ilustrados franceses, entendían la igualdad como la consecuencia en lugar de cómo causa necesaria para la justicia. La mujer, salvo si ha sido inoculada con el virus feminista, entiende por igualdad que todos tengan las mismas oportunidades pero que no se premie sino a aquel que se esfuerza en aprovechar las oportunidades que la sociedad le ofrece.

Por último, y no menos importante, la mujer entiende que la fraternidad, que es mera justicia distributiva, decae frente al amor, que es mucho más: es entrega y compromiso. Y la donación de uno mismo va mucho más allá de la mera contraprestación, del te doy para que me des y te doy tanto como me das tú a mí. El mundo femenino no se guía por la fraternidad sino por la paternidad (ellas la viven como maternidad).

Heredada de la II Republica. ¡Así le fue a la II República!

Y todo esto viene a cuento del retorcido alcalde de Valencia Joan Ribó de esa macedonia ideológica de Compromis, unos chicos que aman tanto la solidaridad que están dispuestos a fusilar al insolidario.

Quizás por eso, cuando hablan de valores republicanos y feministas caen en lo que cayó la Revolución Francesa, que, como dice el historiador Javier Paredes, poco le importaba la libertad, la igualdad y la solidaridad: lo que pretendía era terminar con la infamia, con la Iglesia. Lo de Ribó.