• La neo-economía hace realidad la siguiente paradoja: la economía marcha bien y las economías familiares marchan mal. 
  • Estamos saliendo de la crisis para estabilizar un gran depresión o crisis permanente.
  • Los más favorecidos son los grandes, los opresivos: el Estado, los agentes del mercado y las multinacionales.
  • Las soluciones: la vuelta a la pequeña propiedad privada, a la empresa familiar. Un mundo de hombres libres.
  • Para ello, es fundamental que la unidad económica principal sea la familia. 
  • No hay nada, por grande que sea, que no se pueda hacer con lo pequeño.
La comparación es cara. Cojan ustedes los muchos resultados del primer semestre de empresas que proporcionó  Hispanidad el viernes 28 de julio. Vean como todas ellas mejoran su beneficio (otra cosa es cómo, pero, efectivamente, mejoran). Sin embargo, también dimos otra noticia sobre la evolución de los salarios. Y tal parece que los salarios no mejoran tanto como el beneficio. En efecto, estamos saliendo de la crisis por la puerta falsa, la neo-economía significa hacer compatible que la economía marcha bien, mientras las economías marchen mal. ¿Por qué? Porque todas las mejoras en productividad se hacen a costa del trabajador. Es decir, el factor trabajo -tanto por cuenta ajena como autónomo- se convierte en la presión de lo grande sobre lo pequeño. Por ejemplo, cuando Rajoy dice que se está creando trabajo oculta que se está haciendo con impuestos laborales (cuotas e IRPF, principalmente) altos frente a salarios bajos. Y rentas bajas, porque no sólo hay que hablar de trabajadores por cuenta ajena sino también de autónomos. En definitiva, el más derrochador, el Estado, y los más opresivos (el Estado, los agentes del mercado y las multinacionales) son los más beneficiados por esta peculiar salida de la crisis… por la puerta falsa. Es la neo-economía. Así, entre nosotros, un verdadero fraude. Estamos saliendo de la crisis para estabilizar una gran depresión o crisis permanente. La solución es la vuelta a la pequeña propiedad privada, a las micropymes, donde el hombre es libre y ni salarios ni rentas se guían por el coste más bajo sino por las necesidades del productor y su aportación al bien familiar, en primer lugar, y al bien común. Un mundo donde el Estado y la gran empresa serían menos grandes, entre otras cosas, porque el individuo y la familia le solicitarían menos prestaciones: se bastarían a sí mismos y serían hombres y mujeres libres. Para ello, es fundamental que la unidad económica principal sea la familia. Y no se preocupen: no hay nada, por grande que sea, que no se pueda hacer con lo pequeño. Contra la neo-economía, pequeña propiedad. Eulogio López eulogio@hispanidad.com