Se equivocan. Esa pavada no la ha dicho ningún santón inca, ni tan siquiera Evo Morales. La ha soltado Pocahontas, aunque no creo que se llame así. Se trata de una indígena norteamericana, un activo que hay que apreciar por su rareza, dado que los españoles convirtieron a los indios americanos, mientra que los ingleses simplemente les asesinaron. Por eso existe la raza hispana y, sin embargo, no existe la raza anglo-india. Fin de la cita.

Pues resulta que, aprovechando la cosa de la COP25, y en presencia -posición de firmes- de Greta Thunberg, un grupo de adolescentes muy impresionables, llegados desde distintas partes del mundo, ha escuchado a Greta, verbo florido, explicar que los indígenas llevan siglos en pacífica -¿pacífica?- coexistencia con la naturaleza, en equilibrio con ella. Muy cierto ellos cazaban, un poner, sus búfalos -los de la naturaleza- y ella de vez en cuando soltaba una riada y se vengaba, matando una decenas, o centenares, de depredadores humanos. Puro equilibrio pacifista.

Y entonces surgió ella, Pocahontas, y exclamó ante la gran asamblea: “Contactemos con la madre Gaia, la diosa tierra: ella nos enseñará el camino”.

No se si Movistar, Vodafone permitirá contactar con Gaia, la madre tierra, la madre que la parió, una diosa que carece de clemencia, una fuerza sorda, como la de un torrente o un volcán.

Y el culto a Gaia no tiene nada de divertido. No es un error, es un horror. Que contacte con ello Pocahontas. Yo no tengo la menor intención.

El culto a la madre tierra no es un error, es un horror… y siempre acaba en sacrificios humanos.