La cristofobia y el anticlericalismo se dispara en España, entre otras cosas con sentencias judiciales tan curiosas como la que absuelve a dos femen –ya saben las majaderas enseñatetas– por subirse al altar mayor de la catedral de La Almudena, burlase de la señal de la cruz y empezar a graznar en el templo.

Su Señoría asegura que estas buenas chicas defendían “una idea” y que no propiciaron sentimientos de odio hacia los católicos. Y es muy cierto: no los propiciaron, dichos sentimientos ya iban con ellas.

Pero mucho más peligroso es el fundamento jurídico del juez, al asegurar que cuando uno –o unas– se encadenan en el altar mayor de la catedral para berrear y enseñar las domingas, está expresando “una idea”.

Las domingas de las femen no injuriaban a nadie: expresaban la respetabilísima idea del derecho al aborto

La verdad es que todo delincuente expresa ideas, ora la de hacerse con la propiedad ajena, ora para eliminar una vida, asimismo ajena. En un caso se expresa la muy jovial idea de que la propiedad privada no existe en el otro, la muy sincera idea de que el vecino del quinto es un canalla de mucho cuidado y no merece la pena vivir. Todas ellas ideas tan respetables como las del derecho al aborto que defendían, democráticamente, las domingas de las femen.

No lo duden: los asaltos a templos católicos, y especialmente a la eucaristía, subirán de tono.

Y menos que la fiscal general del Estado, pida una interpretación “proporcionada” de los delitos de odio, del “fenómeno”. Y ya puestos, ¿por qué no cargarse los delitos de odio?

Pero a mí lo que más me preocupa del caso que nos ocupa es que la primera reacción de los católicos allí presentes no fuera expulsar a la susodichas del templo “haciendo de cuerdas un azote”, para mejor expresar… su idea.