• Lidera desde hace 17 años la centenaria Cámara de Comercio de Estados Unidos en España (AmCham).
  • El secreto para no ser sustituido es... la inexistencia de un sistema de sustitución.
  • Todo un defensor de la unidad del Estado pero, sobre todo, de su propia posición. Y si no: miren la foto.
Cuando yo sea mayor quiero ser Jaime Malet. Presidente, no honorario, sino perpetuo, de la Cámara de Comercio americana en España, que acaba de cumplir 100 años, mismamente el 4 de julio, aunque se sospecha que Kim Jong-un no lanzó su misil intercontinental para fastidiar a Malet sino a Donald Trump su Día de la Independencia. Y es que Malet se ha convertido en presidente perpetuo de la AmCham, un hecho inédito en el país al que dice representar, donde el buen gobierno corporativo exige la renovación de cargos que impida hacer de instituciones públicas cortijos particulares al servicio de intereses que nada tienen que ver con Estados Unidos (los negocios de Malet en Irán -enemigo americano declarado- han dejado atónito a más de uno). También ha sorprendido tanto (ver instantánea: Malet es el sexto por la izquierda) que la Cámara americana celebre los 100 años de la institución en España entre tantísima bandera que, aunque rojigualda, no es exactamente la enseña nacional, que brilla por su ausencia. Malet consolidó su influencia cuando Zapatero llegó al poder en 2004 y George Bush no quería saber nada de él, así que con el apoyo incondicional de Bernardino León, se emplearon a fondo hasta conseguir situarle en EEUU. O al menos que lo pareciera, poniendo a la institución al servicio de un gobierno que no podía poner un pie en suelo estadounidense. Es evidente que no escasean los presidentes de multinacionales que pagan las cuotas de la Cámara Americana religiosamente que quisieran disfrutar siquiera de un turno en la presidencia y así poder codearse con el gobierno y el sin fin de instituciones. Malet se pasea dese hace casi dos décadas a cuenta de la entidad. Pero Malet parece tenerlo todo atado y bien atado. Sus 17 años ininterrumpidos como presidente de tan benemérita institución lo atestiguan. En nada le veremos celebrarando sus bodas de plata. Lo dicho. Hay que celebrar el éxito de Malet, aunque sea a costa de que el prestigio de la institución centenaria se resienta por el secuestro al que la ha sometido este hábil catalán. Andrés Velázquez andres@hispanidad.com