Tras quedarse con Crédit Suisse, previo pago de 3.040 millones de euros, UBS, que ya era el mayor banco suizo, pasó a tener un valor de mercado de 1,5 billones de euros, superior al PIB español (1,3 billones en 2022) y casi el doble que el suizo. “Es un riesgo para nuestra economía”, según el promotor de la iniciativa, porque es demasiado grande para ser rescatado en caso de crisis.

Conviene recordar que UBS ya fue rescatado en 2008 por el Banco Nacional Suizo con 45.000 millones de euros que permitieron sacar los activos tóxicos de su balance. Además, el Estado inyectó otros 3.700 millones de euros. Tras el rescate, el 9,3% del capital del banco pasó a manos del Estado. No sorprende, pues, que los partidarios de la iniciativa califiquen a UBS como un “banco estatal de facto”.

Lo que pretende esta iniciativa popular, ideada por Bernhard Schmidt, un profesor de escuela de 58 años y lanzada por un comité de ciudadanos del cantón de Zúrich, es que el Estado se haga con la mayoría del capital y controle la entidad, como si eso fuera a solucionar algo. A fin de cuentas, si pasa a ser un banco público y entra en crisis, el Estado lo rescataría igualmente con dinero público, esto es, de los contribuyentes.

¿No sería mejor dejar quebrar a los bancos quebrados? Ni tienen razón los suizos con esta iniciativa ni la tuvo Podemos cuando quería nacionalizar Bankia. Cerrar frente a nacionalizar, esa sería la mejor opción y la más barata, devolviendo, eso sí, el dinero a los depositantes.

De momento, la propuesta, que implicaría modificar la Constitución suiza, está siendo estudiada por las autoridades federales. Si dan el visto bueno, los promotores tendrán que recoger 100.000 firmas en un plazo de 18 meses. Después, el Parlamento y el Gobierno lo tendrían que aprobar para poder votarse en un referéndum que, tras todo este periplo, podría resultar negativo. En cualquier caso, estamos hablando de varios años. Para entonces, todos calvos.