La gota que ha colmado el vaso ha sido la situación del sector energético y el famoso impuesto a las eléctricas. Por de pronto, a palos entre la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y la titular de Hacienda, María Jesús Montero. De entrada, ni tan siquiera se sabe cómo se puede poner un impuesto extra a las eléctricas al tiempo que se reduce el IVA de la factura. El Sanchismo se ha convertido en un despropósito económico de tal calibre que ya no sólo son las energéticas las que se han puesto en guardia, sino otros sectores, asimismo estratégicos, como telecos y banca. 

En la city madrileña no se habla de otra cosa que de la incapacidad del Gobierno para afrontar la actual crisis económica así como de la incertidumbre fiscal que está generando el Ejecutivo. En el mismo Gobierno se pide un impuesto para ricos, mientras los socios independentistas, con la excepción del PNV, naturalmente, que esos son burgueses, exigen más subvenciones y mayor esfuerzo fiscal. 

Todo esto cuando el mundo económico empieza a creer en la alternativa Núñez Feijóo y, en suma, empieza a cambiar de postura y a alejarse de La Moncloa. 

Hay un antes y un después de las elecciones andaluzas del pasado domingo 19 de junio: por una parte, Pedro Sánchez se radicaliza aún más. La consigna de Moncloa, como ya hemos informado, consiste en mantener el Gobierno hasta el 10 de enero de 2024 y convocar elecciones, y cediendo lo que haya que ceder ante Podemos, ERC, Compromís o el mismísimo Bildu. Y como se preguntaba este mediodía un alto ejecutivo bancario, ¿acaso puede ceder más?

Y hay otro factor que pesa mucho en esta ecuación: con esta incertidumbre fiscal se ahuyenta al inversor extranjero, algo que España no puede permitirse. Un último detalle: cuando a los asesores de Moncloa se les pregunta por qué Pedro Sánchez no abandona a sus socios actuales, bastante impresentables en Europa, y pacta con el PP, la respuesta es la siguiente: ahora son ellos los que no quieren pactar. Y mucho me temo que en esto tienen razón. En efecto, lo de la moderación y los pactos queda para la tribuna parlamentaria o para los discursos de campaña. Lo cierto es que ahora mismo, Nuñez Feijóo no anhela pactar con Sánchez: lo que anhela es sustituirle en Moncloa.

En cualquier caso, lo que preocupa en los mercados es la radicalización de un Pedro Sánchez absolutamente enloquecido. Nunca las ultraprogres Irene Montero o Ione Belarra se encontraron más en su salsa que ahora. Por vez primera en cuatro años, los ministros podemitas pueden ganar todas las batallas que quieran a sus colegas del PSOE: el presidente les dará la razón.