La clave de 2022 para Samsung estuvo en el cuarto trimestre, que fue desastroso y que, probablemente, sea el que marque la tendencia en este 2023 recién estrenado. Se da la circunstancia que Jay Y. Lee fue nombrado presidente ejecutivo durante el último trimestre, a finales del mes de octubre. Como recordarán, el heredero de Samsung pasó dos años y medio en prisión por malversación, ocultación de beneficios irregulares y por sobornar a Park Geun-hye, expresidenta de Corea del Sur.

En otras palabras, Jay Y. Lee se ha estrenado con los peores resultados de la última década, pero no deben temer por su puesto de trabajo: es hijo del anterior presidente y nieto del fundador de la compañía.

Hablamos de un último trimestre ‘horribilis’, con una caída del 8% de la facturación, que no superó los 70,46 billones de wones surcoreanos (unos 52.710 millones de euros) y de un ebitda de 4,31 millones de wones (en euros, unos 3.225 millones), un 69% menor que el del cuarto trimestre de 2021. Todo ello resultó en un beneficio trimestral de 21,84 billones de wones (unos 16.345 millones de euros), un 31% menos.

Menos mal que el resto del ejercicio fue más o menos positivo para el Grupo, de tal manera que los ingresos durante los doce meses aumentaron un 8% y alcanzaron los 302,23 billones de wones (al cambio, unos 226.220 millones de euros), aunque el beneficio cayó un 16% y no superó los 43,28 billones de wones (en euros, unos32.455 millones).

Por áreas de negocio, las ventas de móviles aumentaron un 10% durante el ejercicio, aunque el beneficio fue un 27% inferior, hasta los 9.540 millones de euros. La división de memorias y semiconductores no fue mejor y solo ganó 17.805 millones de euros, un 18% menos que el año anterior.