Repsol ha sufrido en su beneficio neto (-44%) en el primer semestre, al igual que otras compañeras de sector (la noruega Equinor, la anglo-neerlandesa Shell o la francesa TotalEnergies, entre otras), por culpa del abaratamiento del crudo (-26%) y del gas (-54%). Eso sí, recibe menos castigo bursátil que algunas de sus rivales, porque su cotización baja un 0,52%, frente a un Ibex que sube un 1,01%, a lo largo de la sesión, que al final ha concluido con un descenso del 0,83% para la compañía y del 0,98% para el selectivo español. Un menor castigo que puede deberse a que los accionistas no notarán la caída de la ganancia porque se elevará su retribución a 2.400 millones de euros este año, con entregas de dividendo en efectivo y más amortizaciones de acciones propias que reducirán el capital social. Un aumento que Repsol se puede permitir al contar con una elevada liquidez y una mínima deuda.

La compañía multienergética que preside Antonio Brufau y tiene como CEO a Josu Jon Imaz ha obtenido un resultado neto de 1.420 millones de euros entre enero y junio, un 44% inferior al de hace un año, pese a la mayor producción (`9%). El resultado ajustado sólo ha descendido un 15,7%, hasta 2.718 millones, y por aportaciones de los negocios destaca el industrial, con 1.623 millones (+13,7%); seguido del de exploración y producción -también conocido como upstream, con 884 millones (-47,3%); el de cliente, con 322 millones (+11,8%, y ya cuenta en esta división con 6,8 millones de clients, gracias en gran parte a la app Waylet); y el de generación baja en carbono, con 46 millones (-41%). 

El ebitda ha caído un 46,3%, a 4.302 millones, como consecuencia de los menores precios de las citadas materias primas, que también han lastrado el resultado neto. No obstante, el flujo de caja de operaciones ha aumentado un 20,2%, a 3.522 millones; y las inversiones han ascendido a 3.047 millones

El resultado bruto de explotación (ebitda), es decir, el indicador que mide la capacidad de generar recursos del grupo, ha caído un 46,3%, a 4.302 millones, en el primer semestre, como consecuencia de los menores precios de las citadas materias primas, que también han lastrado el resultado neto. No obstante, el flujo de caja de operaciones ha aumentado un 20,2%, a 3.522 millones; y las inversiones han ascendido a 3.047 millones.

Unas inversiones que continuarán para seguir avanzando con la revolución tranquila de Repsol y sin “ninguna gran compra”, según ha subrayado Imaz en la conferencia con analistas. Y eso que tendría posibilidades de hacerlo, porque cuenta con una elevada liquidez (11.441 millones) al cierre de junio y además su deuda neta es mínima (797 millones). de hecho, esta última se ha reducido sobremanera en un 84% respecto al primer semestre de 2022, cuando estaba en 5.031 millones, y ha descendido en un 65% desde el cierre del año pasado.

Y por cierto, aviso a Teresa Ribera y María Jesús Montero, ahora en funciones, que tanto defendieron el impuestazo a las energéticas: la contribución fiscal de Repsol ha ascendido a 7.343 millones, de los que 4.960 millones se han pagado sólo en España.

La renovacion de Brufau pone la Presidencia y la gestión de Josu Jon Imaz como CEO aseguran la estabilidad en la compañía y esa transición tranquila que, sin abandonar el petróleo se electrifica día a día. Vamos, que no abandona nada porque el ecologismo siempre tiende a elegir y no siempre lo mejor.