Lo dice un conspicuo directivo del sector eléctrico: “nos dice Teresa Ribera que ¿cómo interviene el precio del gas? Y todos pensamos: pues de la misma forma que intervienes el de la electricidad”.  

Día a día, en España se baten récords gracias a la economía verde que gobiernos como el español siguen vendiendo como la panacea para los problemas energéticos, cuando lo cierto es que la energía verde continúa teniendo dos problemas: es cara y no es intensiva.

Al menos por el momento, y por muchos años, lo verde necesitará la comparecencia de la nuclear y del gas, es decir, del ciclo combinado.

Prisionera de sus propios prejuicios… sostenibles, Ribera se niega reconocer que necesita a la nuclear y al gas para asegurar el suministro y el precio

En defensa de Ribera hay que decir que la ola de locura verde no es sólo cosa de España sino de toda Europa, que viven en angustia telúrica ante el cambio climático.

Ahora bien, hay que aclarar varias cosas. La primera: la factura de la luz no es en España más cara, para el particular, que en otros países europeos, como Francia e Italia. Eso sí, lo que es más cara es la energía para la industria, al menos si nos comparamos con Francia e Italia. Saben que si no subvencionan la energía para la industria sus productos no serán competitivos. Sin embargo, allí no hay un Podemos dispuesto a armar bronca cada vez que sube la luz y tampoco se habla de pobreza energética.  

Pero el precio de la luz para las empresas no importa a doña Teresa Ribera, porque es invisible. Lo que le preocupa es el precio para el particular, porque este sí que es visible y audible. Y si ese precio se mantiene hasta finales de 2022, casi en vísperas de las elecciones generales… pues entonces podemos tener un problema.

La verdad es que un país donde la tarifa libre es más barata que la regulada, pues hombre, da que pensar.

La reducción de impuestos (sobre todo IVA) decretada por el Gobierno Sánchez no es suficiente. El precio del gas seguirá disparado, al menos un año más

En resumen, Pedro Sánchez presiona a Teresa Ribera para que baje el precio de la luz: sabe que otra cosa le puede costar La Moncloa.

Pero la vicepresidenta no sabe cómo hacerlo sin renunciar a su ideología verde. Y Europa, tan verde como España, le da la razón. Bueno, Europa no, pero Bruselas sí, que, a afectos propagandísticos, viene a ser lo mismo.

Mientras, las eléctricas advierten: si la nuclear sigue en números rojos habrá que cerrarla antes de tiempo… y entonces el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, de 2021 a 2030) directamente se se va a la porra.

Igual da. Prisionera de sus propios prejuicios… sostenibles, Ribera se niega a reconocer que necesita a la nuclear y al gas para asegurar el suministro y el precio. Y ojo, la reducción de impuestos (sobre todo IVA) decretada por el Gobierno Sánchez no es suficiente. El precio del gas seguirá disparado, al menos un año más.