Parece increíble, pero en todas las presentaciones de resultados bancarios -de los cotizados únicamente resta Unicaja-, los banqueros han resaltado la buena marcha de la economía española y de manera especial, la positiva evolución del mercado de trabajo, según ellos.

Ana Botín, Carlos Torres, César González-Bueno, José Ignacio Goirigolzarri y María Dolores Dancausa le han comprado el triunfalismo económico que exhibe el Gobierno cada vez que el INE o cualquier organismo internacional, publica datos o perspectivas macroeconómicas. Ninguno de ellos, al menos públicamente, ha cuestionado ese mensaje que, en realidad, oculta lo que está sucediendo: que la economía española está dopada con dinero público. De ahí que la deuda pública se haya disparado durante la última legislatura y va camino de seguir los mismos pasos en la actual.

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El último en hacerle la ola al Gobierno ha sido Juan Carlos Escotet, que este lunes presentó las cuentas de Abanca de 2023. Según el banquero, “la resiliencia de la economía” es la que explica los buenos resultados cosechados durante el ejercicio. Escotet se refirió, concretamente, a la fortaleza del mercado laboral, a la contención de la inflación y al crecimiento del PIB, mayor del previsto.

España es el país con mayor tasa de desempleo (11,9%), no ya de la Eurozona, sino de toda la OCDE; es el país europeo que más cayó durante la pandemia y uno de los que más tarde se ha recuperado, y sufre una inflación superior (3,4%) a la media de la Eurozona (2,8%). Y todo ello a pesar del enorme gasto público que está hipotecando a varias generaciones, porque -y esto sí lo admiten con la boca pequeña- la inversión privada está paralizada.

¿Seguro que los banqueros españoles creen que la política económica del intervencionista Sánchez es un éxito? ¿De verdad?