Entre ecologistas y monetaristas nos están conduciendo al apocalipsis, no al climático sino al económico... que es mucho peor. Pero el grito de África es más urgente: quiere carbonizarse. Lógico: tiene hambre
Ocurrió en Davos. Un empresario español se encuentra con una 'ministra' de la Unión Africana y le pregunta qué le parece todo lo que ve y escucha en el 'incomparable marco'. La respuesta es sencilla: me parece muy mal. En África no queremos descarbonizarnos, queremos carbonizarmos... y ustedes no nos dejan.
La africana tenía claro que el carbono es vida, no muerte, y que África necesita industrializarse, no lo contrario, pero China, India y Occidente se lo ponen muy difícil. África quiere carbonizarse e industrializarse porque tiene hambre. Representan un 16% de la población mundial pero sólo contaminan el 3%. Y así, mientras Occidente y sobre todo China, les conolizan y les tienen como simple mercado, un mercado que no produce nada, su futuro siempre estará en la frontera de la hambruna y de la dependencia. Decirle a un africano sursahariano que debe generar energía con placas solares supone una coña insultante.
Africa necesita industrializarse y contaminar más... para poder comer más.
A los creyentes en la religión climática, por ejemplo, doña Teresa Ribera, el hambre de los africanos les importa bien poco. Ellos viven para salvar al planeta, no para el hombre.
Entre ecologistas y monetaristas nos están conduciendo al apocalipsis, no climático, sino económico... que es mucho peor
Encima, en paralelo, la inflación continúa fuerte en Occidente. Jerome Powell, el principal actor en este escenario, pero también Christine Lagarde, combaten el alza de precios del siglo XXI con modelos del siglo XX: subiendo el precio del dinero y drenando liquidez. Vamos, quemando dinero,
Entiéndanme: eso está muy bien, porque si el precio del dinero, como ocurrió en el sexenio 2016-2022 es cero o menos que cero, lo que estamos haciendo es devaluar el conjunto de la economía y disparando la deuda de Estados, empresas y familias. Regímenes como el Sanchismo han sobrevivido gracias a un déficit y una deuda crecientes que, encima, venden como solidaridad con los más vulnerables. Serán esos vulnerables quienes tendrán que pagarlo.
Ahora bien, cabe preguntarse si corremos el peligro de haber errado la dirección monetaria. A ver si resulta que la inflación actual es de oferta, no de demanda, en cuyo caso, los precios no bajarán porque suba el precio del crédito sino porque se produzcan muchos más productos y servicios... contaminemos o no. Todo indica que el subidón de precios no se solucionará quemando billetes sino produciendo más bienes, más energía y más servicios.
Entre ecologistas y monetaristas nos están conduciendo al apocalipsis, no al climático sino al económico... que es mucho peor.
Pero el grito de África es más urgente: quiere carbonizarse. Lógico: tiene hambre.