
Las inconmensurables tragaderas que en el momento presente amenazan al actual periodismo económico español han provocado titulares como el siguiente: "Indra sufre otra dimisión ante la fusión con Escribano, por posible conflicto de intereses". Ya saben, el estilo moderno de manipulación: la verdad, nada más que la verdad, pero no toda la verdad. O mejor, riguroso pero no verdadero hasta el punto de que verdad y rigor han pasado a ser presuntos antónimos.
Los hechos sobre la posible compra por Indra, presidida por Ángel Escribano, de EME, propiedad de los hermanos Escribano, Ángel y Javier... este último asimismo consejero de Indra. Una operación abyecta, por cuanto el presidente de la empresa compradora no puede ser propietario de la vendedora. ¿Compras con un 14,5% del capital (Indra) lo que es (EME) 100 por 100 capital tuyo? ¿Y quién fija el precio?
Pero aquí nadie dice nada porque estamos en elbazar de las armas, negocio de mucho margen, éticamente incómodo y donde sólo existe un cliente: el sector público, siempre mucho más corrupto que el privado.
Por tanto, cuando más se asegura una recta gobernanza, mejor. Aquí no está asegurada.
Lo que tenía que haber hecho Villazán es permanecer en la Comisión y firmar que la operación de compra de Indra por Escribano es inmoral, porque beneficia al bolsillo del presidente de Indra y propietario de EME, Ángel Escribano
La última: para disimular una operación que es una cacicada, el Consejo de Indra crea una comisión encargada de analizar la operación y que, se supone, tiene como principal tarea el montar una arbitro justo que fije un precio justo. Un pose, la verdad, pero menos da una piedra y más daño hace.
La comisión la formaban Belén Amatriaín, en principio en contra de la operación, y dos consejeros a favor, personas de confianza de los hermanos Escribano: Eva Fernández y Josep Oriol, más un presunto independiente, sigo presunto porque nunca se ha caracterizado por levantar la voz en el Consejo, el profesor Bernardo Villazán.
Pues bien, aún en el mes de agosto, Indra comunica que Villazán ha dimitido pero, ojo, no del Consejo de Administración, como podría deducirse de algunas titulares, es decir, de allí donde cobra, sino de la Comisión creada en el propio Consejo, para la compra de EME por Indra. Y la compañía anuncia que no habrá cambios: que seguirán los tres restantes... lo que significa que Belén Amatriain se queda en minoría y la Comisión aprobará la operación.
Es decir, Villazán no les ha hecho un feo a los Escribano: les ha hecho un favor. No ha sido una rebelión sino una sumisión.
Debería ser la CNMV la que prohibiera la operación pero confíe usted en el regulador bursátil y no corra.
Por cierto, esta sería una buena ocasión para el nuevo presidente de la CNMV, Carlos San Basilio, de devolverle al regulador bursátil el prestigio perdido con Rodrigo Buenaventura.









