El presidente del Sabadell, Pep Oliu, mantenía recientemente una conversación con otros empresarios y políticos catalanes, cuando fue preguntado si la entidad volvería a tener su sede en Cataluña. Su respuesta resultó curiosa: si nos prometen que no volverán a hacerlo y se crea un nuevo marco institucional seguro, podríamos replanteárnoslo.

Ni lo uno ni lo otro se ha producido. Empezando por la conclusión: las empresas catalanas no volverán a Barcelona. Por mucho tiempo.

El independentismo perecerá cuando Europa pergeñe su unidad fiscal. Pero para eso falta mucho. Mientras tanto, sólo cabe la paz impuesta. En Madrid, la alianza PP-PSOE o similar

En primer lugar, las empresas catalanas no creen que el suflé independentista haya disminuido, simplemente piensan que ha fracasado... que no es lo mismo. Para la comunidad económica catalana, el sentimiento indepe es una locura pero una locura que románticamente, por más que el Gobierno de Pedro Sánchez piense lo contrario, no se ha reducido. 

Tampoco tienen ninguna confianza en la política de diálogo de Sánchez: saben que sólo sirve para alentar el romanticismo indepe. Mientras, dejan de dar la lata

Para otro empresario catalán, el independentismo perecerá cuando Europa pergeñe su unidad fiscal y permita algunas rarezas que se escapen de ese marco fiscal común. Piensen en Escocia. Pero para eso falta mucho. Mientras tanto, sólo cabe la paz impuesta. En Madrid, la alianza PP-PSOE o similar. En cualquier caso: que el problema catalán no tiene solución porque los sentimientos no piensan. Lo único que ha cambiado es que esto antes sólo lo pensaban en Madrid: ahora también lo opinan en Barcelona.

Pero no se confundan, el empresariado catalán, salvo el afectado por el virus indepe, tampoco tiene ninguna confianza en la política de diálogo de Sánchez: saben que sólo sirve para alentar el romanticismo indepe. En el entretanto, dejan de dar la lata.

Además, ¿para qué volver? Los indepes no perdonarían a esas empresas su marcha ni les impresionaría su regreso

Pero, a la postre, el argumento más sorprendente lo expone un político de Junts, hoy en postura más separatista que ERC: ¿para qué volver? Mucha gente no les perdona su marcha y les reprochará su vuelta. Que sigan así.

¿A ver si va a resultar que tiene razón?