Meliá quiere dejar atrás definitivamente la crisis provocada por la pandemia, este mismo año, con una reducción significativa de deuda y un aumento del ebitda cercano a los niveles precovid. Así lo ha asegurado este jueves, durante la Junta de Accionistas, el vicepresidente y Ceo del grupo, Gabriel Escarrer: “La compañía se ha comprometido a dar un salto cualitativo en su balance y su rentabilidad tanto a corto como a medio y largo plazo, con una reducción de la deuda del grupo en al menos 250 millones, así como a obtener un ebitda de al menos 400 millones en 2022”, afirmó.

A algunos les parecerán unos objetivos ambiciosos -en 2019, el ebitda fue de 470 millones y en 2020 y 2021, el grupo perdió 596 y 193 millones, respectivamente-, pero lo cierto es que a una hora del cierre bursátil, la cotización del grupo subía más de un 1,7% frente a un Ibex que caía más de un 1%, aunque la diferencia se ha ido reduciendo en la recta final de la sesión.

En otras palabras, el mercado confía en la receta de Escarrer para enderezar el rumbo durante la segunda mitad del año. Esto es, vender más activos -hoteles en el Caribe, principalmente- y, al mismo tiempo, acelerar la apertura de nuevos establecimientos.

Este verano que está a punto de comenzar será un buen termómetro de cara al resto del ejercicio. Y las previsiones, de momento, son positivas.