Javier Marín, CEO de Self Bank, marca el camino a los ’chiringuitos’ financieros
Hablábamos la semana pasada de la supervivencia de la banca comercial y la competencia que tienen que librar para hacerse con los clientes de alto ‘standing’, esto es, de banca privada, de fortunas o de banca patrimonial. Un mercado en el que las pequeñas firmas -los llamados chiringuitos financieros- parten con ventaja: pueden ofrecer productos a medida, por ejemplo, de coinversión, que es eso que están pensando: invertir junto a los accionistas del banco o del chiringuito financiero.
Es la nueva moda financiera después del batacazo que se dieron los fondos durante 2018 y que propiciaron la huida de los inversores que pudieron marcharse. Ahora bien, el cliente que coinvierte quiere ir de la mano de una entidad que le inspire confianza, algo que juega a favor de los bancos y no tanto de los chiringuitos financieros, que escapan de los requerimientos de capital que sí cumplen sus hermanos mayores.
En cualquier caso, los chiringuitos o, si lo prefieren, las boutiques financieras, tienen actualmente el terreno abonado, con una economía que crece y una rentabilidad de los fondos a la baja. Esos sí, el riesgo reputacional de estas firmas cuando las cosas se tuerce, es mucho mayor.
Los chiringuitos financieros tienen actualmente el terreno abonado, con una economía que crece y una rentabilidad de los fondos a la baja
Entre los que han sabido aprovechar el momento está Javier Marín, con Self Bank. El exCEO del Santander, junto al fondo Warburg Pincus, compró hace un año Self Bank a Société Générale. Otro que ha hecho los deberes y ha marcado el camino al resto ha sido Abante, que en su última Junta de Accionistas celebrada en abril aprobó ampliar capital en tres millones de euros, lo que provocará que su fundador y presidente, Santiago Satrústegui, reduzca su participación del 50% al 47,3% y que otros socios de la firma entren en el capital de la misma.
Como ven, estamos hablando de firmas pequeñas, con un volumen de negocio igualmente reducido si lo comparamos con la banca privada de las grandes entidades. Su beneficio rara vez supera los dos millones de euros, aunque si se trata de repartirlo entre unos pocos socios, la percepción cambia radicalmente. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la comisión media en banca privada se mueve entre el 0,5% y el 1%. Efectivamente, visto así no cabe duda de que se trata de un negocio que necesita volumen para ser rentable y, tal vez por eso, algunas firmas están buscando la consolidación.