El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado hoy los datos definitivos sobre la inflación del mes de abril, que coinciden con los adelantados por el mismo organismo hace dos semanas. 

El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió hasta el 4,1% en tasa anual (frente al 3,3% de marzo). 

Por su parte, la inflación subyacente (la inflación que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los alimentos frescos) se quedó en el 6,6% (frente al 7,5% de marzo). 

No obstante, un 6,6% en la subyacente sigue siendo una tasa muy alta ya que, recordemos, para el cálculo de la inflación subyacente se prescinde dentro del IPC de los componentes más volátiles -cuyos precios sufren grandes fluctuaciones debido a conflictos internacionales, malas cosechas, etc.- entre los que se encuentra el índice energético (gasolina, gas, electricidad) y el índice de alimentos no elaborados (frutas, verduras, etc.) Por lo tanto, la inflación subyacente es el indicador que permite identificar con mayor precisión la variabilidad de precios en un corto tiempo. Es decir, que la inflación subyacente se usa para medir la escalada de precios tanto a corto como a medio plazo debido a que los factores transitorios son eliminados. Por otro lado, este tipo de inflación permite medir los resultados de la política monetaria en un país, ya que se excluyen los elementos internacionales. 

En cuanto al precio de los alimentos, estos subieron en abril un 12,9% en tasa interanual (frente al 16,5% de marzo). Eso quiere decir que este último mes, la subida de los precios de los alimentos se ha comido un 12,9% de nuestro sueldo.   

En términos mensuales (abril sobre marzo), el IPC registró un aumento del 0,6%, dos décimas más de lo que subió en marzo (+0,4%) y ocho décimas por encima del dato de abril de 2022, cuando los precios bajaron un 0,2%.