Francisco Reynés había reservado esta semana para que se hablara sobre todo de Naturgy, el nuevo sello de Gas Natural Fenosa, pero los movimientos en el sector han trabajado en sentido contrario, como si de una contraprogramación se tratara. A ese protagonismo se han sumado, con sus modos y maneras, Sánchez Galán y Josu Jon Imaz, al poner en la escalera a Iberdrola y Repsol, que ha pasado de socio a competidor de Naturgy. El leitmotiv es el mismo en todos los casos: la apuesta por la generación verde, como si de la generación verde dependiera la transformación del mundo.

Todo ello mientras la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se afana en su mensaje, verde también -como el de la Unión Europea-, que condiciona a todas las energéticas para reemplazar las fuentes existentes con una prioridad, las renovables, y una necesidad, el gas.

Otra cosa es cómo se desarrolle porque Ribera ha dicho poco sobre la transición de marras, que no está ni pactada (necesita apoyo parlamentario), limitándose a estigmatizar las centrales térmicas de carbón y las nucleares. Tiene un incierto recorrido por delante y el tiempo para las iniciativas legislativas no es de goma. 

El reajuste en la valoración de activos de Reynés salpica directamente a Iberdrola y Endesa

En cualquier caso, Naturgy se adapta ya a los cambios que implica ese horizonte, como avanza su plan estratégico 2018-2022, con una sorpresa incluida que salpica directamente a Iberdrola y Endesa por el cambio en la valoración de sus activos de generación (nuclear, carbón y gas). Ha reducido a la mitad ese valor, nada más y nada menos.

Iberdrola y Endesa también tienen en sus planes reducir las emisiones contaminantes (no les queda otra) y presumen de verdes, encima, pero no se han enfrentado todavía a ese ejercicio de realismo. Otra cosa es la nuclear, una energía limpia que pueden defender, faltaría, aunque está sentenciada a muerte en la hoja de ruta energética de los socialistas. Se ha pasado de debatir el posible alargamiento de la vida útil de las centrales a poner una fecha en el calendario de cierre. Ojo, sin precisar, cuando la seguridad y los plazos son importantes (para no cuestionar la seguridad, jurídica y de suministro). Más cauto Reynés que Galán o Imaz, prefiere no opinar hasta ver los planes concretos.    

Naturgy completa sus líneas estratégicas, además de con una mejora en eficiencia para generar valor -en más alta consideración que el tamaño-, con un  generoso dividendo, que aumenta un 59% (6.900 millones en cinco años).

Repsol también se apunta a las bajas emisiones y, a diferencia de Naturgy, en negocios no regulados

Esa retribución al accionista podría llegar a 8.900 millones si se suman los 2.000 por la recompra de acciones si no se materializan las inversiones inorgánicas con los criterios establecidos. Gratificación directa a los fondos de inversión, sobre todo CVC y GIP (entre los dos el 40% del capital), a falta de ventas para monetizar su inversión.

Repsol, mientras, ya ha entrado en el ruedo eléctrico, con 2.350 MW y una cartera de unos 750.000 clientes. El anuncio llegó el mismo día en que Reynés explicaba a los accionistas, en la Junta General, la nueva etapa de Gas Natural.

Es el resultado de la compra a Macquarie y Wren House de tres centrales hidroeléctricas y dos de ciclo combinado de Viesgo, además de su comercializadora de gas y electricidad. La petrolera se apunta también a los activos con bajas emisiones y, a diferencia de Naturgy, en negocios no regulados.

Cumple así con una parte de lo anunciado en su plan estratégico: logra una cuota de mercado del 2% pero su objetivo está en el 5% y 2,5 millones de clientes (en 2025).

Iberdrola entierra el hacha de guerra con Siemens por Gamesa tras el ‘mea culpa’ de Markus Tacke

Naturgy, Repsol… y finalmente Iberdrola porque la eléctrica de Galán tampoco ha querido perder protagonismo. El mismo día en que las otras dos eran noticia, anunció un proyecto eólico en Brasil, el mayor de Iberoamérica, con una inversión de 1.000 millones de euros y 18 parques con una potencia de 565 MW.

El complemento de la información del megaparque estaba en el megacontrato para comprar a Siemens Gamesa 136 turbinas eólicas (471 MW), enmarcados en la misma  instalación en Brasil de su filial Neoenergia.

El contrato asciende a 400 millones, más que un gesto para firmar la paz con la alemana tras los desencuentros que estallaron en la última Junta de Accionistas por los abusos de Siemens en el gobierno corporativo de Gamesa. Un día antes, el consejero delegado de Siemens Gamesa, Markus Tacke, había alejado cualquier duda sobre la sede de la empresa en Zamudio (Vizcaya),  al tiempo que reconocía que siempre hay discrepancias en todo proceso de fusión, en ese caso con Iberdrola (8%), pero ha tomado nota para resolverlas.