La imagen de Elon Musk entrando en la sede de Twitter con un lavabo se hizo viral en pocos minutos. “Entrando en la sede de Twitter, ¡asimílenlo!”, afirmó el dueño de Tesla en su cuenta. Poco después, él mismo confirmó la compra de la red social -jueves 27-, un día antes de que finalizara el plazo para evitar ir a los tribunales. Al final tendrá que pagar 44.000 millones de dólares.

“Es importante para el futuro de la civilización tener una plaza digital común donde pueda debatirse de manera sana un amplio espectro de creencias”, señaló, dando a entender que no censurará mensajes ni bloqueará cuentas como ha hecho la red social hasta ahora. Recuerden, por ejemplo, que mientras cerró la cuenta de Donald Trump, Twitter mantuvo abierta la del portavoz de los talibanes.

En cualquier caso, Musk también quiso dejar claro que se deberán respetar las leyes: “No puede convertirse en un infierno gratis para todos, donde puede decirse cualquier cosa sin consecuencias”, sino que se deben “respetar las leyes”.

El mercado acogió la noticia sin demasiado entusiasmo y las acciones de Twitter comenzaron la sesión con subidas del 1%, hasta los 53,95 dólares por título, por debajo de los 54,2 dólares que ha pagado Musk.