Lo explicaba mejor que bien Cristina Martín  en Hispanidad, apenas horas antes de que la noticia se confirmara: Elon Musk comprará Twitter por 44.000 millones de dólares americanos, con lo que hará multimillonarios a sus fundadores, entre ellos al muy progresista Jack Dorsey (2,25% de Twitter), uno de los grandes censores de la sociedad de la información del siglo XXI.

El atrabiliario Musk ha comprado Twitter en nombre de la libertad de expresión. ¿Esto es bueno? Si cumple lo prometido, será bonísimo. Veamos: libertad de expresión -acabar con la censura de Jack Dorsey, quien se atrevió a censurar a Donald Trump- y supresión del anonimato -uno de los grandes problemas morales de Internet- son las dos mejores medidas que propone el nuevo dueño de Twitter.

Ahora bien, la ley no puede ser él único límite. Llamarle gilipollas a alguien no es un delito pero no está bien

En efecto, que vuelva la libertad de expresión que el Nuevo Orden Mundial (NOM) ha intentando anular. Por ejemplo, con los llamados delitos de odio.

Ahora bien, la ley no puede ser el único límite a la libertad de expresión porque la ley también puede ser injusta. Siempre recordaré aquel juicio en el que la señora jueza se dirigió a una de las abogadas presentes y le aclaró:

-A ver letrada, esto es como si yo le llamo a usted gilipollas: eso no sería un delito.

Figúrense: en 2022, si se le llamas gilipollas a un varón blanco... serás aplaudido y vitoreado.

Elon Musk entra en el negocio más difícil de su vida, el de los contenidos. Al lado de ello, lo del coche eléctrico o el coche espacial son menudencias.

Twitter es uno de los grandes instrumentos del Nuevo Orden Mundial (NOM) anticristiano, pero menos peligroso que el buscador Google

Twitter es uno de los grandes instrumentos del Nuevo Orden Mundial (NOM) anticristiano, pero menos peligroso que el también cristófobo buscador Google, el gran parásito de contenidos, censor según lo políticamente correcto y ladrón de ingresos publicitarios de la prensa libre. Y tanto Google como Twitter funcionan según parámetros políticamente correctos, ergo, anticristianos. Nuevo Orden Mundial en estado puro.

Por tanto, que lo compre Elon Musk, aunque sea millonario, y suponga poner la poderosa plataforma en manos de un plutócrata, creo que no es malo. 

Y alucinen: a Joe Biden tampoco le gusta la opa de Musk: quiere más regulación, o sea, más censura progresista

De hecho, Musk es el mutante que le ha salido rana a esa plutocracia dominante que es el Nuevo Orden Mundial (NOM). Ahora bien, nunca me he fiado de los millonarios. Son veleidosos. Esperar y ver.

Y también era esperable que Joe Biden se opusiera a la compra de Twitter por Musk: a la Casa Blanca de los demócratas, les gusta la censura, eso sí, censura progresista. Por eso, ha exigido -contengan la risa, por favor- más regulación de las redes sociales. O sea, más censura.