No es que sean malos es que, además, son chapuzas. La aplicación de la rebaja del IVA de los alimentos presagia caos, aunque el Gobierno está más preocupado en amenazar a las grandes superficies para que repercutan la bajada en los precios finales. 

Y ya lo del bono de 200 euros para comprar alimentos, no se vayan a creer, un sólo bono, una sola vez, es buenísimo. Al Gobierno le pilló con el pie cambiado, una improvisación más, con lo que ahora mismo no sabemos quién se puede beneficiar de ello.

Además, resulta un tanto difícil gestionar el bono por Internet. Primero porque no todo el mundo tiene internet y segundo porque no todo el mundo sabe manejarlo. Además, las excepciones a la norma y los muchos matices a la esencia de la norma son tantos que pasará lo mismo que con el ingreso mínimo vital (IMV): habrá que acudir a ONG o incluso a profesionales para gestionar el bono. La burocracia digital es aún más discriminatoria que la burocracia analógica.

¿No estamos creando una España de vagos subsidiados? Me temo que sí

Pero el trasfondo de esta nueva limosna va mucho allá. Señores, un Gobierno no tiene que dar de comer a sus ciudadanos, lo que tiene que hacer es dejar libertad para que la gente pueda buscarse la vida y el alimento. Libertad económica consiste, por ejemplo, en no freír a la gente a impuestos nada más emprender una actividad, en anular los impuestos sobre el empleo, en primer lugar las cuotas, y en conformarse con asegurar un salario digno mediante una nómina mínima que permita sacar adelante a una familia.

La política de subvenciones y subsidios del Gobierno Sánchez exige una primera pregunta: ¿quién va a pagar todo esto? Respuesta: usted y sus hijos. Es como el tope ibérico al precio del gas: hoy lo están pagando los de la factura liberalizada (los listos, según Ignacio Galán, y, en verdad, un poco sí que lo eran) y en el futuro próximo lo pagaremos todos los consumidores de electricidad y gas, es decir, todos los españoles. Es pan para hoy y hambre para mañana, que provoca otro déficit de tarifa. 

Métaselo en la cabeza. El dinero público es el que los políticos nos sacan del bolsillo para administrarlo como a ellos les viene en gana o tal y como les conviene de cara a sus citas electorales. En las elecciones les otorga usted el poder; a lo largo de toda la legislatura ellos, en compensación, le meten la mano en el bolsillo a usted.

La burocracia digital es aún más discriminatoria que la burocracia analógica

Pero volvamos a la política económica del sanchismo, que se resume en una sola palabra: subvenciones, verdadera clave de bóveda de la política económica de Pedro Sánchez y de sus tres vicepresidencias: las de Calviño, Yolanda y Ribera

Estamos ante un artificio de grandes proporciones, ante la gruesa, enorme, mentira de los subsidios públicos. La pregunta a don Pedro Sánchez es esta: ¿de dónde va a salir el dinero para estos regalos? Y lo que es más grave: ¿No estamos creando una España de vagos subsidiados? Me temo que sí.