Decíamos ayer en Hispanidad, que la marcha de Mariano Bacigalupo desde la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) hacia la Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV) era salir de donde nunca debió estar a donde nunca debió entrar.

Y cuando ya Bruselas amenazaba con tomar medidas contra la impudicia del matrimonio Bacigalupo-Ribera, Pedro Sánchez le saca de la CNMC... ¡y le mete en la CNVM! A lo mejor es para arreglar con descaro, como en Don Mariano es habitual, el follón de INDRA.

Lo del matrimonio Mariano Bacigalupo y Teresa Ribera termina en vodevil: en Bruselas cunde el pitorreo por las tragaderas que en España hemos tenido durante tres años: la ministra de Energía era 'controlada' por su esposo: un gran control

Y es que lo del matrimonio Mariano Bacigalupo y Teresa Ribera ha terminado en vodevil. Es más, en Bruselas cunde el  pitorreo por las tragaderas que en España hemos tenido durante tres años, al permitir que la ministra de Energía sea 'controlada' por su esposo, mandamás de la cosa energética en el regulador CNMC.

Ahora, Sánchez, ha mandado al insigne Bacigalupo a la CNMV, donde su presidente, Rodrigo Buenaventura, ejerce como socialista y hombre de Moncloa, sí, pero sin el descaro propio de don Mariano Bacigalupo.

Al irreductible Hernández de Cos, los socialistas han decidido "matarle a besos". Cuando Cos advierte del temporal que viene, Calviño le "traduce" al optimismo, que ahora mismo resulta un optimismo mentiroso

Es igual, el lema del Sanchismo es "todo vale". Ahora bien, con la entrada de Bacigalupo en la CNMV el Sanchismo se hace con el control de dos de los tres grandes reguladores: la CNMC y la CNMV. Tan sólo resiste, más o menos independiente, el Banco de España. Recientemente, la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, siempre inasequible a la verdad aseguraba que ella sigue al Banco de España. Por supuesto que le sigue. De hecho, doña Nadia brama cada vez que el gobernador, Pablo Hernández de Cos, insiste en demostrar que la leyenda rosa sobre la economía española que predica el Sanchismo no es más que una estafa. No, desgraciadamente, las cosas no van bien y toda la culpa no la tiene Putin. Pero con el irreductible Hernández de Cos, los socialistas han decidido "matarle a besos". Simplemente, cada vez que Cos advierte de lo que viene, Calviño le "traduce" al optimismo, que en el presente, claro está, resulta un optimismo un tanto mentiroso. Cos asegura que la cosas no van bien y entonces Calviño responde que Cos ha dicho que las cosas van muy bien. No olviden que Calviño es gallega.

Con todo, lo peor es que, en las democracias modernas, cuando el gobierno, el presunto controlado, controla a los reguladores, pieza clave de la actividad económica, el principio de legalidad sencillamente desaparece: es como controlar al arbitro en un Barça-Madrid.

En ello estamos.