La caradura de Pedro Sánchez no tiene límites. Ahora pide intervenir ya el mercado energético europeo, mientras no tomará ninguna medida adicional para afrontar la escalada de precios en España hasta el 29 de marzo, pese a que sí tiene margen para hacerlo… eso sí, a costa de recaudar menos impuestos.

El presidente del Gobierno, de gira europea, presume este viernes de presionar junto con el resto de países que forman el eje sur (Italia, Portugal y Grecia) desde Roma, para desvincular el precio del gas del de la luz y topar este último, aunque se conocen pocos detalles más (de hecho, España y Portugal proponen un tope del precio de la luz de 180 euros, mientras Italia habla de 100 euros y de compras y almacenamientos conjuntos de gas). En la comparecencia ante los medios, Sánchez ha destacado el apoyo total a Ucrania; la unidad europea; la corresponsabilidad sobre todo en la crisis de refugiados mencionando que España acogerá “a los que sea necesario” (recuerden que su gran solidaridad hasta ahora se ha limitado a 12.000, frente a los millones que ha acogido Polonia); y “la urgencia para abordar nuestras vulnerabilidades”.

En relación a estas vulnerabilidades, Sánchez se ha centrado en el mercado energético. En concreto, ha destacado la seguridad de suministro (“los cuatro países nos ofrecemos para la diversificación de las fuentes de energía, interconexiones, transición y autonomía energética”) y “la urgencia en abordar la escalada de los precios de luz y gas” que considera “inasumible” para el bienestar de los ciudadanos y la competitividad de las empresas, y “pone en riesgo la recuperación” tras la pandemia. ¿Dónde queda aquello de “saldremos más fuertes”, uno de sus grandes lemas en la era Covid? Parece que en ningún sitio, pues ha definido la situación como de “emergencia económica”. 

Apunta “la urgencia en abordar la escalada de los precios de luz y gas” que considera “inasumible” para el bienestar de los ciudadanos y la competitividad de las empresas, y “pone en riesgo la recuperación” tras la pandemia. ¿Dónde queda aquello de “saldremos más fuertes”, uno de sus grandes lemas en la era Covid? 

El presidente español ha insistido en que “la situación no es temporal y la guerra ha demostrado que sólo con respuestas europeas se podrá resolver este problema que es europeo. Hay que actuar conjuntamente y ya. Vamos tarde, deberíamos haberlo hecho antes”. Es decir, no se quiere mojar ni pillar los dedos y prefiere fiarlo todo al manoseado consenso europeo. Por eso, aún no ha tomado medidas adicionales para reducir los altos precios de los carburantes, aunque tiene margen (el 50% del precio son impuestos) y ya lo han hecho otros muchos países europeos; de hecho, cedió y se abrió a hacerlo pero después dio marcha atrás y buscó consenso europeo), por eso retrasó posibles medidas al Consejo de Ministros del 29 de marzo, que se celebrará días después del Consejo Europeo que tendrá lugar los días 24 y 25. 

En lugar de actuar, como han hecho otros muchos países europeos y hasta compañías del sector (por ejemplo, Repsol), Sánchez ha preferido fijarse en el caos del transporte: ha aprovechado para pedir a la “minoría” de transportistas autónomos que llevan cinco días de paro “responsabilidad” para detener la “violencia” que considera que están ejerciendo, y que ya se ha empezado a notar en el suministro de algunos bienes y productos a la industria y a los mercados y tiendas. Claro que la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, sigue sin recibir a los convocantes de dicha protesta y se limita a llamarles “ultras”, varias veces más que la ministra portavoz y titular de Política Territorial, Isabel Rodríguez. Además, Sánchez, que es muy humilde, como bien saben, no ha dudado en presumir de que hace meses bajó los impuestos eléctricos, que representan el 60% de la factura, y los peajes a los consumidores electrointensivos.