Los ingleses descubrieron un día que sus estadísticas oficiales estaban mal hechas. Precisamente sobre inflación, que, además, en aquel país, indican, no sólo las pensiones, sino hipotecas y otros productos financieros vitales. Al final, y eso que se hacía por consenso, decidieron que si removían la serie histórica destrozarían cualquier interpretación, y decidieron dejarlo como estaba. 

Y es que lo importante a la hora de comparar estadísticas es que el método nunca varíe... aunque no sea el mejor método. Las estadísticas son fotos fijas pero lo que importa es la película que conforman al ser comparadas, no las cifras absolutas sino los porcentajes, o sea, más que las fotos fijas importa la película, la evolución. Por tanto, si cambias de máquina fotográfica es posible que saques mejores fotos pero la comparación con las fotos de hace un año no sirve. 

En España, sin embargo, doña Nadia Calviño ha forzado el cese -no, no ha sido dimisión, ha sido 'dimitido'- del director del Instituto Nacional de Estadística, Juan Manuel Rodríguez Poo, porque no le gustan sus estadísticas ni de PIB ni de IPC.

La verdad es que el director de Estadística debe ser un total desconocido: ¿habían oído ustedes hablar de Rodríguez Poo hasta el día de hoy? 

En definitiva, perdida en su mentira recalcitrante de que la economía española marcha viento en popa, la vicepresidenta primera del Gobierno ha decidido matar al mensajero y forzar la dimisión del director del Instituto Nacional de Estadística, que el Gobierno contempla como algo muy parecido al del director del CIS: un aparato de propaganda de La Moncloa. 

Hay cosas que ningún partido político osa manosear. Por ejemplo, las estadísticas  económicas oficiales. Pero nada detiene a doña Nadia: lo que no me da la razón lo cambio.

Por cierto, Nadia Calviño, Yolanda Díaz o el titular de Seguridad Social, el "listillo" de José Luis Escrivá, también son muy aficionados a arremeter contra otro organismo: el Banco de España, que este sí, no sólo aporta estadísticas sino que extrae conclusiones.

Pero lo curioso de la cacicada de Calviño en el INE es que el Instituto no opina, o interpreta, sólo ofrece datos. Es igual, le obligo a dimitir.