Los bancos no quieren clientes pobres y ninguno quiere salir al extranjero si no es para hacer banca de fortunas
En España hay toda una constelación de bancos extranjeros que únicamente quieren hacer banca corporativa o de grandes fortunas. Los pobres, los que sólo tienen una nómina o una pensión, no les interesa. Aportan muy poco y pueden resultar muy molestos.
Además, para eso ya están las entidades domésticas con su red de oficinas, cada vez más raquítica, cierto, pero red al fin, y los neobancos que sólo operan en internet y atraen, sobre todo, al público más joven que no suele tener muchos posibles.
Un ejemplo de lo que está pasando es Bank of America. “Queremos aumentar nuestra actividad con empresas españolas”, afirmó Bernard Mensah, presidente de internacional de la entidad, en una entrevista publicada el lunes en Expansión. La banca doméstica, la que presta un servicio a la sociedad, no le interesa.
Otro ejemplo, Citibank, que entró en España como un vendaval (año 1983) con la compra del Banco de Levante y una parte del Zaragozano. Entonces el Citi era un referente mundial en tecnología con las tarjetas y los cajeros automáticos. Aquella aventura minorista terminó en enero de 2019. Demasiado esfuerzo para poco retorno.
Ahora bien, esta búsqueda por la banca de fortunas es una tendencia que vemos, no sólo en las foráneas, sino también en las entidades nacionales, bajo el pretexto de la digitalización. Dicho de otra manera, vamos hacia un sector centrado en banca privada, con cada vez menos interés en ser el sistema de pagos del país, que aporta poco beneficio y ocasiona muchos problemas.
Entonces, ¿quién prestará este servicio en un futuro? El Banco Central Europeo, el banco único… y público. Lo tendrá muy sencillo gracias al euro digital y podrá tener centralizados todos los datos de los habitantes de la Eurozona. Las entidades privadas se quedarán con lo que es negocio de verdad, esto es, además de banca corporativa, banca personal, privada y de grandes fortunas. Al tiempo.