El divorcio entre el supervisor y los supervisados es total, tras el cierre de los nueve primeros meses del ejercicio, en los que los seis grandes bancos ganaron un 35% más que en 2021, pero en un contexto económico que no invita al optimismo, no ya del sector financiero, sino del conjunto de los españoles.

El clamor es unánime. ¿Por qué las grandes entidades no aumentan las provisiones, como sí han hecho, por ejemplo, las francesas y norteamericanas? La respuesta es tan sencilla como arriesgada: porque ya provisionaron en su día, ante la amenaza de una morosidad disparada que nunca llegó. Ahora es momento de resarcirse y, lejos de aumentar dotaciones las están liberando.

Los bancos, además, justifican esta actitud rebelde con la caída de la cotización. Efectivamente, existe la creencia generalizada de que el valor bursátil de las entidades remontará en la medida en que vayan ganando rentabilidad, presenten cada vez mejores resultados y aumenten el dividendo.

Esa es la pelea que mantienen actualmente las grandes entidades, eso sí, con distintos resultados. Podemos ver hasta tres grupos: por un lado, el Santander, cuya cotización ha caído un 14,32% desde enero; es el único banco en negativo. Luego están Sabadell (+30,90%), Caixabank (+29,46%) y Bankinter (+21,27%), los tres que más se han revalorizado hasta este viernes, y en el tercer grupo, BBVA (+0,70%) y Unicaja (+4,55%), que aumentan su valor, pero poco o casi nada.

En este contexto, el Banco de España volvió a insistir en su último informe de estabilidad financiera, publicado el viernes, en su mensaje de máxima prudencia, que significa más dotaciones para cubrir futuros impagos y menos alegría a la hora de repartir dividendo, porque, aunque los niveles de capital son actualmente muy elevados, por encima del 12-13%, las pruebas de estrés realizadas muestran que en el escenario económico adverso se reducirían hasta no superar el 10%.

De momento, el escenario actual no es el más adverso, pero cada son más los organismos que apuntan a él. El último en hacerlo fue la Comisión Europea, que redujo el crecimiento de nuestra economía en 2023 al 1%, la misma previsión de BBVA Research y muy por debajo del 2,1% previsto por el Gobierno. Sí, la CE prevé que el PIB crezca un 4,5% este año, frente al 4,4% del Ejecutivo, pero eso no nos va a quitar de pobres. Tampoco el mantra falso de que seremos los que más vamos a crecer de la Zona Euro, porque fuimos los que más caímos con el Covid y seremos los que más tarde recuperaremos el nivel pre-pandemia.