
Cartas del presidente norteamericano, Donald Trump exponiendo los aranceles que piensa imponer a los productos de cada país. Pues no pasa nada: sencillamente, que los países afectados respondan a Estados Unidos con la misma medida y con la misma moneda. Tanto me pones a mis productos tanto pongo a los tuyos.
Los aranceles, además, tienen aspectos positivos, no sólo negativos: por ejemplo, fortalecen la industria nacional, la fabricación próxima -a España, mismamente, le hace mucha falta- al tiempo que detienen el colonialismo económico, en especial el colonialismo más odioso de todos, el de la tiranía china de Xi Jinping y, además, promueven el comercio de proximidad, aquello que los viejos distributistas definían con el ejemplo de comprarle la comida al vecino en la tienda de ultramarinos de la esquina, antes que en unos grandes almacenes. Recuerden: lo pequeño frente a lo grande.
Dicen que, por mor de esos aranceles, los precios de algunos alimentos ya están disparados en Estados Unidos. Pues bien, eso se arreglará en seguida, cuando los emprendedores norteamericanos, y tienen muchos, cubran el déficit de productos que ha dejado la merma de las importaciones.
Las bolsas bajan: no se preocupen, ya subirán. Además, cuando las bolsas bajan no pierden los 'vulnerables' sino aquellos que ya tienen cubiertas sus necesidades primarias.
En cualquier caso, tranquilos, resulta que desde que Trump lanzó su política de aranceles, el Día de la libertad (Donald, no seas cursi) las bolsas presentan un balance global al alza.
Ahora bien, creo que a Donald Trump se le ha ido de las manos el proceso: ya no son aranceles de Occidente, del mundo libre, Europa y América, contra China -que serían bonísimos- sino de todos contra todos. Que Europa pelee con Estados Unidos por los aranceles, en lugar de llegar a un acuerdo de mínimos para operar, toda Europa y toda América, como una unidad sólida frente al peligroso gigante asiático y frente a los BRICS (que también se nos está yendo de las manos gracias a ese personaje nefasto llamado Lula da Silva)... me temo que no era lo previsto.
En cualquier caso, menos aspavientos que los aranceles también tienen cosas buenas y no se acaba el mundo.









