Horas después de que finalizara el Día Internacional contra el Cambio Climático y cuando quedan unos días para que comience la COP 26 en Glasgow, Foro Nuclear ha subrayado que la energía nuclear es esencial contra el cambio climático, pues es la segunda fuente de energía baja en carbono tras la hidráulica y evita la emisión de más de 2.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año. Y todo ello en un contexto de precio elevado de la luz, en el que Ursula von der Leyen ha vuelto a las energías estables (nuclear y gas), mientras en España, Teresa Ribera, sólo quiere el fin de estas y centra su lucha climática a través de energía eólica y energía solar. Reactores contra molinillos en plena crisis energética: el talibanismo ecologista de Teresa Ribera nos devuelve a los años en que África comenzaba en los Pirineos.

La presidenta de la Comisión Europa ha señalado “la necesidad de diversificar las fuentes de energía”, apostando no sólo por impulsar las renovables, sino defendiendo que “necesitamos una fuente estable, nuclear, y durante la transición, gas”. Algo que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha aplaudido en Twitter, porque en el Consejo Europeo “nunca se han expresado un apoyo tan claro y amplio a la necesidad de utilizar la energía nuclear para lograr nuestros objetivos climáticos”. Este entusiasmo de Macron no es baladí, pues al fin y al cabo la nuclear aporta el 70,6% de la electricidad francesa.

En el entretanto, Austria pronostica un apagón generalizado en Europa que podría durar varios días... y ojo, porque en 2017, su ejército informó de la amenaza de una posible pandemia

De hecho, hace unas semanas, el ministro de Finanzas galo, Bruno Le Maire, señaló que “lo que la crisis energética nos muestra muy crudamente es que debemos ser más independientes y por lo tanto, reinvertir en energía nuclear”. Y más recientemente, Macron ha anunciado un plan de inversiones de 30.000 millones de euros para reindustrializar Francia, de las que 1.000 millones se destinaran a construir pequeños reactores nucleares (conocidos como SMR, por sus siglas en inglés). Por este tipo de reactores -que tienen pequeñas potencias (entre 170 MW y 300 MW), un diseño modular, así como periodos de licenciamiento y construcción más cortos-, también está apostando Reino Unido, que financia su construcción a través de un consorcio que lidera Rolls-Royce.

Mientras tanto, el Gobierno español sólo dispara las inversiones en molinillos y placas solares, pero cuando no hay viento ni sol, el suministro no está garantizado, y no le queda otra que recurrir a la nuclear… e incluso al carbón. La vicepresidenta ecológica debería tener en cuenta la carta que 25 ecologistas, periodistas y académicos han hecho pública en Alemania, donde se puso fin a la nuclear antes que al carbón, y esto hará que no cumplan los objetivos de emisiones de CO2 para 2030. Además, Teresa Ribera también debería mirar hacia Finlandia, donde su gobierno ha defendido ante la Unión Europea que la nuclear es una fuente sostenible y el Partido Verde también la respalda, pues ha optado por una actitud tecnológicamente neutra para luchar contra el cambio climático.

Y en el entretanto, Austria pronostica un apagón generalizado en Europa que podría durar varios días... y ojo, porque en 2017, su ejército informó de la amenaza de una posible pandemia. De hecho, el pasado agosto, la ministra de Defensa austríaca, Klaudia Tanner, supervisó unas maniobras militares que buscaban responder al escenario de un gran apagón. “La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, ha señalado.