La comisión correspondiente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha elaborado un documento sobre la celebración litúrgica de la Semana santa. Breve y sin desperdicio, no conviene perdérselo. Eso sí, aunque propagado desde la CEE no es un documento del pleno de la conferencia episcopal. Para mí que esto no es bueno. Por decirlo de otro modo: no figura la firma del presidente, arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, ni la del cardenal-arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, pero sí la del vicepresidente y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. En cualquier caso, los obispos hablan y hay que escucharlos.

Lo principal: los obispos animan a los católicos a practicar penitencia y Eucaristía, ojo, y a los sacerdotes a ponerse a disposición de los fieles especialmente en estos sacramentos. Se trata de los dos sacramentos principales en la vida cotidiana de un católico… y los que más han sufrido en la hipócrita campaña del Gobierno Sánchez, iniciada con el Estado de Alarma de marzo, para reducir la libertad de culto con la excusa del Covid.

La ministra Carolina Darias, esconde el fracaso del Gobierno en la lucha contra el virus y el fracaso de España, y de toda Europa, en las investigación sobre vacunas

Campaña -¡Ay dolor!- secundada por muchos obispos que se apresuraron a cerrar los templos y/o a suprimir el culto público, secundando y ampliando de esta forma las retorcidas directrices gubernamentales. Imagen de ello: cuando el pasado viernes Santo, la policía irrumpió, contra todo derecho, en la Catedral de Granada para interrumpir el oficio de la muerte de Cristo que oficiaba el obispo Javier Martínez.

A los fieles, les recuerdan los obispos que la televisión no cumple el precepto y que la vida sacramental se vive de forma presencial, no digital. La digitalización litúrgica recuerda aquel viejo proverbio polaco: a quien reza dormido Dios sólo le habla en sueños. Las misas telemáticas son un triste sucedáneo de la eucaristia real.

Si repasan las recomendaciones -también la del canto- de este grupo de obispos españoles verán que los prelados de Cañizares ponen el dedo en la llaga sobre la campaña-Covid. Campaña bien visible y audible en la rueda de prensa que horas después dirigía desde Moncloa la ministra de Sanidad, Carolina Daria, que en materia de hablar mucho y no decir nada está a punto de superar a su predecesor, el rey del sinsorgo, Salvador Illa.

Darias, con esa tendencia al suicidio colectivo que, en materia económica, identifica a los progresistas, y con esa alegría que caracteriza a la ministra canaria, nos dejó claro que, siempre pendiente del necesario consenso -consistente en que hagáis lo que yo os ordene y con visible entusiasmo- no habrá Semana Santa tampoco en 2021. Todos encerrados, mientras las gallinas mojadas que dirigen nuestras autonomías competían por ver quién restringe más las libertades individuales.

Los obispos liderados por Cañizares piden a los sacerdotes que confiesen y administren la comunión en Semana Santa, dos sacramentos poco digitales, poco sanchistas

Y entre esas libertades, naturalmente, la libertad de culto. Las restricciones que socialistas y populares han aplicado en algunas autonomías para impedir a los católicos que celebren la Eucaristía y la Semana Santa, festividad de la redención y de los grandes misterios de la fe, por segunda vez en doce meses, se han convertido en obsesión cristofóbica con ribetes de patología clínica.

Pertinente, pues, el documento del prelado Cañizares y compañía. Cuaresma siempre ha sido tiempo de tres cosas: oración, ayuno y limosna. Pero también de penitencia, y eso exige confesar y comulgar. Y ni un sacramento ni el otro, pueden hacerse por Internet. Son personales y presenciales. Y si el virus acecha, lo propio de un católico es confiar en la Providencia, no en las “evidencias científicas” de Carolina Darias.

Y a todo esto, la precitada ministra Darias, esconde el fracaso del Gobierno en la lucha contra el virus. El fracaso de España, y de toda Europa, en las investigaciones de vacunación resultan lamentables. Cunado Hispanidad le recuerda que los norteamericanos, los chinos, los rusos y los británicos (ya fuera de la UE) han conseguido vacunas.

Ni Madrid ni Bruselas han conseguido otra cosa que ser consumidores, pero la ministra Darias responde que confía en la vacuna española. Ya saben, la del CSIC, creada por un equipo dirigido por un investigador jubilado, uno fijo, y unos cuantos temporales, además de un becario. Y es que, como dice Darias, el Gobierno se guía por “evidencias científicas”. Di que sí, ministra.