Entrevista del nuevo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, con la nueva directora de El País, Soledad Gallego- Díaz. Era un concurso de sectarios comecuras, porque Antonio Caño resultaba bastante más discreto en progresía y modernez que doña Soledad.

El problema de Sánchez es que sus predecesores, no sólo Zapatero sino también Rajoy, le han dejado sin banderas de modernidad. Más allá no se puede llegar en el caca-culo-pedo-pis de la progresía española: aborto, homomonio, lavado de cerebro de los niños en las escuela, ninguneo de los cristianos, robo de la propiedad privada en nombre de lo público, etc.

Hay que reconocer que tampoco le quedaba mucha más agenda progre. Ya lo ha conseguido todo

Así que Sánchez se ha visto obligado a ofrendar a la parroquia progresista, a través del recuperado progresismo de El País, la legalización de la eutanasia y los huesos de Franco.

Lo de la eutanasia está muy bien, Justo cuando las últimas estadísticas rebelan el infierno demográfico español, al brillante cerebro de Sánchez se le ha ocurrido que lo mejor para ahorrarse un dinero en pensiones es matar a los ancianos. Se le olvidó que el viejo puede tener dolores pero no está dispuesto a a estirar la pata.

Además, no se trata de evitar el dolor: los avances en cuidados paliativos ha convertido la eutanasia en la opción más tonta, en el eslabón más débil de una sociedad que, cada día más, odia a la vida humana y carece de reciedumbre para afrontar el menor sufrimiento. Somos blanditos. Pero, políticamente, la eutanasia aún tiene recorrido. No se trata de evitar el dolor sino de alentar la desesperación.

Explotación laboral: suba usted el salario mínimo y lo demás vendrá por añadidura

Luego está lo de exhumar los huesos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. Esto es lo que necesita España, con urgencia y premura. Que los huesos de un fallecido hace 42 años sean sacados de una basílica con una cruz enorme, muy molesta para los cristófobos. Este gesto enorme de Don Pedro justifica toda una opción de Gobierno.

Plan contra la explotación laboral, otra grandísima demagogia. Eleve usted el salario mínimo y todo lo demás vendrá por añadidura. La reforma laboral de Fátima Báñez no sólo era buena: se quedaba corta.

Es igual: don Pedro engañó primero a todo el mundo diciendo que lanzaba un moción de censura para convocar elecciones. Luego dijo que no convocaba elecciones. Es más, piensa cambiar pocas cosas porque no tiene los apoyos necesarios y porque en su partido merodean los casos de corrupción pero, eso sí, ¡los huesos de Franco fuera del Valle de los Caídos! ¡Pues bueno es él!