En la sesión de control al Gobierno, la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, se ha lavado las manos en el ‘caso Isofotón’. Recuerden que dicha empresa está investigada por malversar 80,5 millones de euros en ayudas que recibió de los gobiernos del PSOE en Andalucía entre los años 2005 y 2012.

“No tuve nada que ver ni con la financiación de Isofotón ni con las cuentas ni con las decisiones de inversión ni con las decisiones de gasto, jamás tuve poderes ni firma”, ha afirmado Ribera para desmarcarse de las acusaciones del PP vinculándola con la “trama corrupta” en dicha empresa. Sin embargo, la rotundidad de su respuesta contrasta con un hecho: trabajó en dicha empresa entre septiembre de 2012 y mayo de 2013, pero no aparece en el apartado de experiencia profesional recogido en el Portal de la Transparencia. ¿Por qué lo oculta?

El diputado Juan Diego Requena (PP) le ha recordado que llegó después del “último regalo socialista” y le ha reprochado que “usted cobró y se fue, abandonó el barco a la primera y dejó tirados a 700 trabajadores”. Por su parte, la vicepresidenta cuarta le ha acusado de que “pretende llevarnos al lodazal, al barro, pero ha pinchado usted en hueso” y ha insistido en que llegó a Isofotón “con la intención de ayudar, en un momento crítico, en la internacionalización, pero no pudo ser y me fui”. Además, ha recordado que el 60% de los trabajadores del sector fotovoltaico perdió su empleo entre 2009 y 2013, y que 36 empresas industriales (entre ellas, Isofotón) de las 41 que había desaparecieron para 2014. Todo ello para pedir al PP “más política industrial y acompañamiento a pymes”… debería recordar que el PSOE está ahora en el Gobierno central y que esos números son una muestra de que las primas a las renovables no crearon empleo, sino que más bien impulsaron la especulación y dispararon el déficit de tarifa, una pesada herencia que aún tardaremos años en terminar de pagar.