• Se duplica el patrimonio neto pero el Rote se estanca.
  • El problema más urgente sigue siendo la caída de la acción: en el segundo semestre, la cotización del Santander perdió un 27,1%, frente al 12,4% del Ibex.
  • Otro sí: los costes de explotación crecen más rápido ( 7,6%) que el volumen del negocio ( 5,8%). Justo lo contrario de lo que debería suceder.
  • En definitiva, buenos resultados aunque la evolución ha sido deficiente desde los últimos nueve meses.
Los resultados anuales del ejercicio 2015 del Santander son buenos, incluso podríamos decir que muy buenos. El crecimiento de todos los márgenes: 8,9% el de intereses, 6,2% el bruto y 5% el neto, junto con la reducción de la morosidad (-16% en términos relativos) que ha permitido reducir ligeramente el esfuerzo en la absorción de las pérdidas que el deterioro de los activos genera (-0,7%), ha impulsado fuertemente el beneficio ( 11,7%). Nada que decir a los resultados del 2015. Sin embargo, es preocupante la evolución de los mismos en los últimos tres trimestres. En todos ellos se ha cosechado un resultado peor que el anterior, hasta acumular una caída respecto del máximo alcanzado al cierre del primero de 2015, del 15%. Parece que el punto de inflexión, el momento en que las cosas comenzaron a ir a peor para el banco que preside Ana Botín, se produjo al acabar el segundo semestre del ejercicio. En esta evolución de los tres últimos trimestres, ha ocurrido exactamente lo contrario de lo comentado en el párrafo anterior: todos los márgenes han ido cayendo. En concreto, -4,7% el de intereses, -6,2% el bruto y -8,4% el neto. Además, el deterioro de los activos ha crecido en un 3,3%. Finalmente, el resultado ha caído, en un semestre, en un 14,6%. Así, el beneficio por acción ha caído, en seis meses, un 20%. Tal vez esto explique, al margen de cuestiones más macroeconómicas, la fuerte caída que lleva el precio de la acción. Para muestra un botón. Mientras el Ibex 35 cayó en un 12,4% en el segundo semestre del 2015, la acción del Santander lo hizo en un 27,1%. La solvencia del banco es cierto que no para de aumentar. El patrimonio neto de la entidad crece más rápidamente ( 10,1%) que su pasivo ( 5,5%). Sin duda, es una buena noticia para sus acreedores, pero no para sus accionistas. Al fin y al cabo, el proceso de desapalancamiento al que está sometida la banca por la nueva regulación de solvencia, hace bancos más solventes pero menos rentables. Sin embargo, todo no es culpa del nuevo entorno legal del negocio, pues los costes de explotación crecen más rápido ( 7,6%) que el volumen del negocio ( 5,8%), cuando debiera ser al revés en una actividad basada en volúmenes, como es la que desarrolla. De hecho, esta evolución contraria a la esperada pondría en dudas las ventajas del tamaño en banca. Tal vez nadie haya reflexionado sobre a partir de qué tamaño se produce exactamente lo contrario a lo que defienden los admiradores de lo grande: los costes suben más proporcionalmente. Una idea, por si les vale. Es cierto que los gastos generales caen en términos relativos, pero aumentan los costes de coordinación y control de la estructura de manera exponencial, y ahí puede estar el problema. Por lo demás, alabar la calidad, en cualquier caso, del resultado. No está basado en nada que no sea el negocio más o menos típico de la banca. De hecho, los resultados no recurrentes se han aplicado a absorber pérdidas no recurrentes. Lo que nos preocupa es su evolución: una reducción de los mismos en casi un 15% en un semestre, y de manera continuada en los últimos nueve meses, es para comenzar a preocuparse, porque no vaya a ser que Santander haya entrado en una senda descendente de rentabilidad. Tal vez deba plantearse la dirección si lo importante es el tamaño, porque el desempeño es cada vez peor. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com