Siguiendo la ruta de las presentaciones, este año bastante madrugadoras, de las cuentas de las entidades de crédito a final de ejercicio, este lunes le ha tocado a nuestra banca nacionalizada, Bankia, y no lo hace, precisamente, en su mejor momento. El trimestre pasado ya escribía sobre la duda más que razonable de que Bankia hubiese llegado a su techo de beneficios, y desgraciadamente el resultado obtenido en el último trimestre -40 millones de euros (M€) parece que nos ha confirmado este pesimismo con creces.

Vamos a empezar por el resultado anual que ha ascendido a 703M€ y tratar de poner blanco sobre negro lo que le está sucediendo a Bankia, ya que a estas horas otra prensa salmón/rosa está haciendo, a mi humilde parecer, un análisis excesivamente triunfalista y bastante sesgado.

Cierto es que este resultado es un 39,4% superior al de 2017, pero en el pasado ejercicio la entidad consolidó el resultado de BMN solo en el mes de diciembre y, además, incluyó 445M€ por gastos de integración no recurrentes derivados de la fusión, con lo que en condiciones normales, el último trimestre del pasado ejercicio podría haber llegado a los 210M€ positivos con BMN ya integrado y sin gastos no recurrentes, mientras que el último trimestre de 2018, también con BMN integrado y con una provisión de unos 85M€ realizada por la venta de activos improductivos, el resultado atribuido al grupo ha sido de -40M€.

Las comisiones netas han supuesto el 31,6% de su total, pero al igual que el margen de intereses, los 1.065M€ solo han supuesto un +6,08% más que en 2017

¿Qué ha pasado para llegar a esta situación? Primero, constatar que el margen de intereses ha crecido un 4,1% y llega a los 2.049M€. Esto es lo que nos dice el balance, pero otra vez debemos volver a reconocer que en el 2017, BMN solo consolidó un mes y en 2018 doce. Proyectando la consolidación de BMN a todo el 2017, el margen hubiese sido de 2.266M€, lo que significa que el margen continúa bajando y lo ha hecho en un 9,58%.

El margen bruto registrado ha sido de 3.368M€ que ha crecido un 9,9% respecto a 2017. Sin tener en cuenta la consolidación de un solo mes de BMN, en el margen, las comisiones netas han supuesto el 31,6% de su total, pero al igual que el margen de intereses, los 1.065M€ solo han supuesto un +6,08% más que en 2017 en cifras reales con una consolidación de BMN en los doce meses.

Los gastos de administración se mantienen sin tener en cuenta los 445M€ ya comentados de la dotación realizada en 2017 por la integración de BMN, lo que deja el margen neto antes de provisiones en 1.498M€.

La tasa de morosidad desciende al 6,5% (una barbaridad aún), pero vienen de un 8,9%

A mí me parece bastante claro el movimiento que Bankia está realizando con los casi 6.000M€ de activos improductivos -en su informe se habla de 3.000M€ pero se referirán al valor incluido el descuento- que ha vendido en el pasado ejercicio, más del doble de lo previsto en su plan estratégico y que han hecho que las provisiones y deterioros hayan supuesto una cifra total de 577M€. Con esto, la tasa de morosidad desciende al 6,5% (una barbaridad aún), pero vienen de un 8,9%.

Vamos, creo que todo apunta en una dirección. Las cifras de balance y de resultados, que con BMN o sin él continúan en un gráfico plano con una ligera inclinación hacia abajo, los tipos de interés que se resisten a subir a pesar de las señales del BCE, la cotización de la acción que de 3,99€ del 2017 ha pasado a 2,56€, la cifra de solvencia (CET1 Fully Loaded) 12,39% que en 2017 fue de 12,46%, las presiones de las autoridades económicas europeas que ven cómo se consumen plazos para su reprivatización, y las recientes susceptibilidades del FROB plasmadas en el documento publicado en la CNMV estos días para recibir más información relevante de la marcha económica de la entidad, todo parece apuntar a una aceleración de la venta de la participación estatal. ¿Pero realmente es el momento más adecuado, a la vista de todos estos datos negativos?