Pablo Casado ya cuenta con tres termitas regionales, al menos tres termitas especialmente eficaces en la tarea de demolición interna del partido: el gallego Núñez Feijóo, el andaluz Juan Manuel Moreno y, ahora, el vasco Alfonso Alonso. Y lo más curioso de éste ultimo es que está dispuesto a romper el partido en Euskadi tras fracasar estrepitosamente en Vascongadas. Al menos, los otros dos termitas son presidentes en sus comunidades autónomas, pero Alonso ha conseguido que el partido, bajo su mandato, desaparezca del panorama político vasco: ni un solo diputado consiguió en las pasadas elecciones en toda la comunidad autónoma.

Una vez más, el PSOE gana porque es el que mejor oculta sus miserias internas

Y, por supuesto, no ha llevado su secesión a la calle Génova, sino a RTVE, la tele de Sánchez, que se ha ensañado a gusto contra Pablo Casado. Ahora resulta que el exministro de Sanidad de don Mariano Rajoy, el hombre que ensalzó a Soraya Sáenz de Santamaría, habla ahora de las gentes del “sur del Ebro”, como un abertzale cualquiera. Supongo que es la corriente progresista del PP que tanto reivindican los tres tenores (Feijóo, Moreno y Alonso) a Casado. El mismo progresismo políticamente correcto que ha llevado a don Alfonso Alonso al desastre electoral en Euskadi, donde el PP anda desaparecido como fuerza marginal, es decir, muy por debajo de Eh Bildu, los mismos que jaleaban a los asesinos de Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco.

Mientras esto ocurre en el PP, que ha entrado en proceso de descomposición, Albert Rivera se empeña en convertir su condición de bisagra en pórtico hacia el poder. Y así, la sensación del español es sencilla: ¿qué importa a quién votas si luego viene Rivera y hace lo que quiere con tu voto?, me decía un importante empresario español.

Vox me puede apoyar pero no gobernar, ni en la concejalía de deportes. En un sitio le daré el Gobierno al PSOE y en el otro al PP, según depende… ¿se puede ser más cretino?

Rivera, aunque ha aumentado el número de diputados empieza a ser el ‘centrismo odioso’, al que han jugado ya demasiados líderes políticos, especialmente los de derechas, durante la transición, esas fuerzas y esos políticos caracterizados por una insoportable levedad, que siempre acaba en frivolidad moral.

Y también, una vez más, el PSOE gana porque es el que mejor oculta sus miserias internas. A hachazo limpio nadan Iván Redondo y José Luis Ábalos contra Carmen Calvo y sus feministas pero se cuidarán de mostrarlo en público. Ahora tiene el poder y la izquierda necesita del poder como los seres humanos necesitan del oxígeno: de forma constante y permanente.