Netflix lo ha vuelto a hacer, exponiendo su cristofobia como bandera. Así, presenta su última serie 'Maldita' protagonizada por Minue, reina de un pueblo de druidas que vive en el bosque en armonía con la naturaleza y se ven asediados por los Paladines Rojos, unos monjes cristianos que buscan su genocidio para exterminar la brujería. Bajo las órdenes de un sacerdote, el padre Carden, no tienen reparo en asesinar a mujeres y niños indefensos y a torturar y crucificar a quien se interponga en sus planes.

Tal como publica Religión en Libertad, los papeles están, pues, muy claros desde el principio. Quienes encarnan lo natural (el bosque) y lo preternatural (la magia) son los buenos. Quienes encarnan lo sobrenatural (la Iglesia) son los malos. La serie se encarga de dejar los bandos perfectamente definidos: los Paladines Rojos son bien distinguibles por la cruz; denominan a sus instrumentos de tortura los "dedos de Dios" y los bautizan con  nombres de arcángeles, como Miguel; en una grotesca pero eficaz inversión de la historia, crucifican a sus víctimas y las queman vivas; el padre Carden lleva un rosario bien visible; actúa al servicio de un Papa con tiara y de alguien apelado "Trinidad"; una abadesa cruel reza el Credo antes de quemar un convento donde dos monjas heroínas, lesbianas (una de las cuales se arranca la cruz del cuello y la arroja al suelo), conviven con el resto de monjas aterrorizadas por los hombres.

Esta nueva apuesta de Netflix, dirigida de forma explícita a satanizar el cristianismo aunque sólo sea referencialmente, no es un caso aislado sino parte de una tendencia. Además de otras producciones como Los dos Papas -caricatura de Benedicto XVI y Francisco al servicio de la visión sistémica de la Iglesia-, se manifestó al aprovechar nada menos que la Navidad para estrenar el pasado diciembre una serie que presentaba a Jesucristo como un gay activo

Con esta nueva serie Netflix ha insistido una vez más en su cristofobia y en el satanismo, pero ahora además nos ha mostrado que su ignorancia al elegir un pueblo como el de los druidas, que practicaban la brujería y usaban a las mujeres en beneficio propio para después sacrificarlas. Dicho en lenguaje de este siglo, eran machistas.