Los debates se pierden antes que en los argumentos, en los conceptos y en las palabras. De hecho, el demagogo es aquel que no tiene argumentos sino que enreda con términos y conceptos. Así que…

Los progres norteamericanos, ahora renacidos, continúan hablando de derechos civiles y llevan haciéndolo desde la década de los años sesenta del pasado siglo. Sin embargo, todavía hoy, nadie ha logrado definir qué son los derechos civiles. Pero hágame caso: aléjese de quienes los defienden.

Lo mismo sucede con la más moderna expresión de “derechos sociales”, tan querida del Gobierno progre de Pedro Sánchez: tampoco está definida. Los derechos sociales se refieren, creo, a una especie de derechos de cobro sin ofrecer contraprestación alguna, una especie de sopa boba sin exigencia alguna.

Pues mire usted: autocensurémonos: los derechos civiles no existen, los derechos sociales tampoco. El hombre, el individuo, es el único sujeto de derechos. Si quieren, como recurso, se puede hablar de derechos de una sociedad, de un pueblo… pero mientras quede claro que no es otra cosa que la suma de los derechos individuales.

Cuando le hablen de derechos civiles corra, cuando le hablen de derechos sociales eche mano a la cartera

Derechos humanos: existe el derecho a la vida, derecho a la integridad, derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, de opinión, de culto, de movimiento, de manifestación, etc.

Ninguno de ellos cuestan nada aunque valgan una vida. No son instrumentos para obtener remuneración sino para obtener libertades. No cuestan nada pero valen una vida.

Resumiendo: una diferencia de los derechos del hombre con los llamados derechos civiles y otra con los llamados derechos sociales:

1.Cada derecho humano conlleva un deber. Ejemplo: el derecho a la vida conlleva el deber de respetar la vida ajena.

2.Los derechos humanos no se pagan con dinero, como ocurre con los derechos sociales, por muy dignos que resulten. Ejemplo: el derecho la vivienda. Los derechos sociales cuestan mucho dinero… generalmente del vecino… y tienden a fomentar la pereza.

Así que no pasa nada porque nos olvidemos de los derechos civiles y de los derechos sociales: volvamos a los derechos humanos que son los que corresponden a la excelsa dignidad del hombre, hijo de Dios. Alguien llamó a la Declaración de los Derechos del Hombre el decálogo laico. Sabía de lo que hablaba. 

Los llamados derechos civiles sociales, los propios del Nuevo Orden Mundial (NOM) y de la progresía, no son más que la perversión de aquel documento de la postguerra.

Y, además, son gratis.

Cuando le hablen de derechos civiles corra, cuando le hablen de derechos sociales eche mano a la cartera.