A la banca andorrana se le ha acabado el chollo del que ha disfrutado hasta ahora, no sólo por los privilegios de su peculiar estatus de paraíso fiscal, cuyo fin se acerca con la adaptación a la regulación europea, sino también por la propia realidad económica. Menguan los ingresos porque el comercio (el 60% del PIB) ya no es lo que era, tampoco el turismo, salvo el de nieve, y se estrecha el cerco para que deje de ser un refugio para el dinero negro en el sector financiero (el 20% del PIB).

Todos esos motivos suman para la fusión que planean los tres bancos de las familias bancarias tradicionales del Principado desde Carlomagno: Morabanc, Crèdit Andorrà y Andbanc. Hay un cuarto, el Vall Banc, la nueva entidad que nació de la crisis de Banca Privada d’Andorra (BPA), de los hermanos Cierco, que no están en el Principado, vaya por Dios, desde Carlomagno. Ahí estás los activos buenos que se salvaron tras la intervención de BPA en 2015.

El Gobierno apoya el proceso de fusión, a pesar de la pérdida de empleo que supondrá, y no repetirá en el cargo

El problema principal para los tres bancos no es otro que la adaptación financiera a la regulación europea, de la que presume Vall Banc, al asegurar que se ha adelantado al resto. Se trata, en fin, de un nuevo modelo bancario, que implica una serie de mecanismos para evitar el blanqueo de capitales, que es la razón por la que EEUU puso en su foco al BPA.

Ahora bien, la fusión implica también menos empleos. A pesar de ello, el actual Gobierno apoya ese proceso, al tiempo que ha articulado en este periodo un nuevo marco fiscal para atraer empresas. Esa es la razón, a su vez, de las prisas de los bancos. Vamos, que en 2019 hay nuevas elecciones, a las que no se presentarán los actuales, salpicados también por casos de corrupción.

Las familias bancarias aparcan sus diferencias pero también tienen repartirse el poder, nada fácil

En suma, el plazo de acaba y eso de que las relaciones entre las familias bancarias de siempre no son precisamente saludables. Están de por sí enfrentadas y tienen que repartirse el poder en el nuevo banco, nada fácil.

Ahora bien, la intención de los bancos no es a cambio de nada, sino de prolongar el chollo fiscal. No hay que perder de vista que el proceso de adaptación regulatoria, que comanda Ramón López como director general del INAF (Instituto Nacional Andorrano de Finanzas), pretende que los bancos andorranos sean homologables a los de la Unión Europea.

El único banco que queda fuera es Vall Banc, que reúne los activos ‘buenos’ del intervenido BPA

En Andorra se han introducido cambios legislativos para introducir, por ejemplo, el delito fiscal o se han traspuesto directivas europeas sobre prevención y lucha contra el blanqueo. Pero los bancos, en paralelo, se han visto sacudidos en forma de recorte de negocio e ingresos.

De hecho, la salida de dinero del país es importante, cuando hace años era el refugio natural para los Pujol y demás presuntos evasores. El dinero entraba en sacos de plástico negros. La situación ha cambiado, pero no el negocio -banca privada y gestión de patrimonios- y propicia la fusión para sobrevivir. Ojo, hablamos de un sector que gestiona más de 45.200 millones de recursos de los clientes.